La insolidaridad vence en las urnas

¿Quién ha ganado las elecciones? Vistos los resultados, además del auge de Vox, nacionalistas e independentistas tienen sobrados motivos para celebrar las elecciones, porque se saben decisivos y condicionantes, ahora si cabe, más que antes. Unos resultados que finalmente han obligado a pactar a PSOE y UP, porque a la fuerza ahorcan, demostrando que para Sánchez es más importante aferrarse al sillón que ser consecuente con sus afirmaciones de hace apenas unos meses sobre el insomnio que le producía un acuerdo con UP.

Este resultado electoral es una evidencia más de que en nuestro país llevamos décadas sembrando discordia y división. Hemos afrontado la crisis desde el sálvese quien pueda, los nacionalismos se han fortalecido y los ricos se han atrincherado en sus privilegios.

Las políticas de desunión y de sacralización de las identidades propias son políticas baratas que ensalzan el yo en detrimento del nosotros. El socialismo fácil y barato debe ser sustituido por un socialismo de la solidaridad que sude la camiseta en la consecución de metas de promoción del pueblo, capaces de entusiasmar. Pedro Sánchez no es de esos. Su única ambición es la de habitar el Palacio de La Moncloa.

En relación con el bipartidismo, este no se rompe con liderazgos personales. Los votantes lo han dicho alto y claro. Hace falta algo más para abrir brechas en el sistema.

Por otra parte, vivimos una sociedad muy débil. Una sociedad que se informa a merced de algortimos es fácilmente manipulable. Sin prensa libre, sin lectura ni foros de debate, vemos como crece la fanatización de grandes capas de la población. Hoy, los que mejor saben manejar y desatar las emociones en las masas son los que se llevan el gato al agua en las movilizaciones y en los resultados electorales. El hastío y la indiferencia son sustituidos por los extremistas.

Por lo que respecta a la cuestión territorial, los independentistas catalanes saben que no se pueden independizar de España, pero la pueden desestabilizar. En la UE, los británicos, que apenas metieron la patita en Europa, no saben cómo se hace eso del Brexit. En el siglo XXI es imposible crear un país de la nada en el que más de la mitad de sus miembros pasan a ser extranjeros. Los independentistas catalanes no han alcanzado el 50 % de los votos de Cataluña pero nos quieren hacer creer lo contrario. Y como no pueden alcanzar sus objetivos, los burócratas que pilotan el proceso dedican sus esfuerzos a dividir el país entero.

Y así, dividiendo, el mayor logro de los partidos independentistas no han sido sus escaños, sino los que ha conseguido Vox, lo que escandaliza al socialismo barato de Sánchez e Iglesias, ese supuesto socialismo que en el debate calló ante las infamias de Abascal contra los inmigrantes.

Se confirma la triste previsión de lo que veníamos diciendo que no se hablaría en esta campaña electoral, como en las anteriores, lo que hemos tratado de poner sobre la mesa durante la campaña #YaTeLoCuentoYo.

Les importa más el feminismo de salón y el ecologismo de ricos que defender a los empobrecidos. Para nosotros fue de lo más escandaloso de la campaña.

Así las cosas, los últimos de la tierra no tienen partido político que les defienda en España. El SAIn lo quiere ser y está empeñado en llevar esta voz a todos los rincones. Aquellos que generan nuestra riqueza y solo se llevan las migajas y de los que nadie ha hablado en estas elecciones deberían ser nuestra prioridad: hacer política desde abajo, con los de abajo y, con ellos, para todos.