El político vidriera y sus fans

Un joven estudiante, tras ser víctima de un hechizo, enferma y acaba creyéndose de cristal. A partir de ese momento se muestra dispuesto a responder preguntas, pero que nadie se le acerque pues se podría romper.

En muy resumidas cuentas, este es el nudo argumental de la novela ejemplar: «El licenciado vidriera» del genial, pese a quien pese, Miguel de Cervantes.

Pues pareciera que el espíritu del buen Tomás Rodaja, el licenciado vidriera, se hubiese encarnado en gran parte de la clase política occidental, desde España a Brasil, pasando por EEUU, soltando siempre por su boca o por su red social la primera barbaridad que se les ocurre, pero al tiempo, haciendo grandes aspavientos y alharacas si alguien expresa una crítica, una información en contra, una duda sobre su gestión… A lo que hay que añadir, por lo que parece, a todo un conjunto de palmeros o pelotilleros dispuestos a proteger a sus amados e «indefensos» líderes, saltando como un solo hombre para linchar mediáticamente a periodistas, actores, personalidades o a todo aquel que se atreva a expresar su pensamiento.

Una vez más parece que el antídoto a este hechizo social estriba en un importante incremento de confianza de la sociedad en sí misma que se fuese traduciendo en realidades políticas, culturales, económicas… protagonizadas por la propia sociedad, ajena a todo tipo de dependencia y dueña del, tan necesario, auto-respeto.

José Manuel Cidre