De la corrupción creciente y de las uvas de tres en tres

“No estaba muerto que estaba tomando cañas…” cantaban Los Manolos al inicio de los 90 a ritmo de rumba catalana. Y así pasa con la corrupción que como Guadiana aparece y desaparece pero siempre está. “Y está tomando cañas” enseñoreada de la vida política y económica.

Pensamos que desciende pero solo se retira, siguiendo de parranda. Y así pareciera que un partido lucha contra la corrupción del anterior y los nuevos contra la de los viejos. La actualidad oculta la realidad y la propaganda vende sus eslóganes de limpieza y renovación. Una fiesta constante que siempre pagamos el pueblo.

Una realidad perversa que vicia con malas doctrinas o ejemplos las costumbres… Cómo es posible, si no es por perversión, que aquellos que dicen ir a la política a servir a los ciudadanos acaben siempre sirviéndose de nosotros haciendo costumbre que les paguemos la juerga. Y desde tiempo ha.

Todos denuncian la corrupción contraria en esa escalada constante que el pueblo expresa como “y tú más”. Un clásico engañabobos que ya practicaban el ciego y Lázaro de Tormes cuando comían del racimo de uvas de a una, de a dos, de a tres. “Lázaro, me engañas, estas cogiendo de a dos”, decía el ciego. “Porqué decís eso mi señor”, contestaba Lázaro “Porque yo cojo de a tres y tú callas”.

No será que podamos acabar con la corrupción con la complicidad del silencio. Coger de a dos no nos resuelve en nada a la sociedad. Al contrario, nos envuelve en la cultura de la corrupción que es la que nos impide enfrentarnos al afán de lucro y a la sed de poder que todos llevamos dentro.

Los políticos servimos al pueblo. Pregonan. Pero como servidores cobran y obtienen privilegios que los ciudadanos, los amos, no tenemos. Perverso. En tiempos de normalidad las subidas de sueldos eran por unanimidad, desde los ayuntamientos al Parlamento. En tiempos de pandemia y de nueva normalidad… también. Sin pudor. Sin dolor. Dicen que nos protegen pero disparan el paro. Dicen que nos dan escudos pero son créditos que habrá, habremos, de devolver nosotros que somos los que generamos la riqueza trabajando.

Lázaro servía al ciego, pero vivía mejor que el ciego. Lázaro comió más uvas, lázaro se bebió el vino, Lázaro se comió la longaniza… Lázaro vivía a costa del ciego. Cierto que se llevaba algún tantarantán… pero aguantaba. Así nos va.

Es cierto que a veces el propio sistema corrupto y corruptor considera que la cantidad de hez es tal que se le hace necesario tirar de la cadena. Y lo hace. Pero el truño no desaparece, se traslada a emponzoñar a otro lado. Llega un recambio y el antiguo sale. De la política a los negocios. La otra cara de la moneda. Una búsqueda simple en Internet les arrojará la cantidad de cargos políticos que son acogidos en las grandes empresas que se lucran de lo que pagamos por consumo, por impuestos, por subvenciones que salen de nuestros impuestos, por los impuestos con que les carga el gobierno que estas mismas empresas nos repercuten… Cómo no considerar que el sueldo del presidente de Iberdrola es corrupción. No se puede ingresar, como Ignacio Sánchez Galán en 2019, más de 28.000 € diarios y, con ser legal, no ser fruto de la corrupción. Y mientras el PIB desplomado, el paro disparado, la deuda en erupción… y los vecinos en los bares y comercios discutiendo sobre si Ingreso Mínimo Vital sí o no. Y de las Rentas Máximas, chitón.

Sí. A veces los políticos se llevan tantarantanes como Lázaro. A los que amamos la justicia no ha dejado de alegrarnos que dos grandes hayan sido señalados como corruptos. Que se conozcan las vergüenzas del Rey emérito y que toda la familia Pujol vaya a ser juzgada por organización criminal son dos ejemplos de que se puede luchar contra la corrupción y que es posible la justicia.

Pero cuidado. El ciego, rompió la cara a Lázaro con la jarra del vino, le hizo vomitar la longaniza, le golpeó contra los Toros de Guisando para enseñarle a desconfiar. Intercambio de golpes, es verdad. Pero no nos descuidemos.

Estos políticos corruptos nos enredarán con sus escudos sociales, sus falsas diferencias ideológicas, sus contradicciones cabalgadas… para hacernos creer que hay un cambio, pero será solo que nos están preparando. Nos colocarán, con la excusa de que es el mejor sitio para saltar el arroyo, frente a una columna y harán que nos golpeemos brutalmente, antes de irse a comerle el pan al cura.

Solo recuperando la política como expresión del cuidado propio y de la sociedad, arrebatándosela al mercadeo de la economía, podremos salir de ese círculo vicioso de la corrupción. Necesitamos una sociedad donde sea posible gestionar honestamente lo que todos necesitan sin picarescas. Pero eso empieza en cada casa, en cada barrio, en cada población…

Julián García