¿Xenofobia o aporofobia?

PobrezaQuizá las dos palabras nos resulten extrañas, aunque la primera sí que está recogida en el diccionario de la lengua española. La segunda, no. La segunda es una propuesta de Adela Cortina, porque dar nombre a las cosas, a las personas, a las actitudes, contribuye a que éstas existan a los ojos de los seres humanos, que se pueda hablar de ellas y, en caso necesario, que se puedan combatir.

Esta catedrática de Ética y Filosofía Política ha remarcado que «se habla de la xenofobia, pero no es cierto que padezcamos de ella. Miren la cantidad de turistas extranjeros que vienen todos los años, y queremos que vengan más. No nos molestan los extranjeros, ni las personas de otras razas. Los que molestan son los pobres, el asilado político que lo ha perdido todo en su país, los inmigrantes pobres. Es lo que yo denomino ‘aporofobia’”. La definición podría ser algo así como: «Dícese del odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el sin recursos, el desamparado».

Como dice Adela Cortina, “no repugnan los árabes de la Costa del Sol, ni los alemanes y británicos dueños ya de la mitad del Mediterráneo; tampoco los gitanos enrolados en una tranquilizadora forma de vida paya, ni los niños extranjeros adoptados por padres deseosos de un hijo que no puede ser biológico”, sino que «los que molestan son los pobres, sean extranjeros, nacionales o de la misma familia».

Este año se espera que España supere la cifra de 75 millones de turistas extranjeros, una cifra incluso muy por debajo de los 65,3 millones de desplazados que existen en el mundo… por no hablar de los 14.931 que propuso la Comisión Europea que acogiera España. Pero estos no son turistas, no son ricos.

Un claro reflejo de esta discriminación entre ‘extranjeros bienvenidos’ y ‘extranjeros que abusan del sistema’, es el conocido como ‘visado oro o golden’, creado para atraer a extranjeros de fuera de la UE, a los que se concede el permiso de residencia a cambio de que compren viviendas de 500.000 euros o más, o destinen dos millones de euros a adquirir deuda pública.

En 2015 alcanzaron la Península y Baleares un total de 4.437 inmigrantes irregulares frente a los 4.256 que lo hicieron en 2014. Ya ha habido 4.742 muertos en 2016 hasta mediados de diciembre según cifras oficiales (las reales son mayores, evidentemente)

Como afirma Adela Cortina, es fundamental «conseguir sociedades altas de moral, que son las que pueden resolver el problema de los refugiados, de los inmigrantes, y acabar con las injusticias».

La palabra aporofobia no figura aún en los diccionarios, pero ya tiene más de 10.00 entradas en Google. Acabe o no triunfando como nueva palabra, lo importante es que el fenómeno del que habla tenga ‘nombre y apellidos’, ya que éste es el primer paso para que deje de ser invisible, se hable sobre ello y se consiga combatir; el primer paso para que ‘los nadies’ tengan también, algún día, nombre y apellidos.

María Pacheco