Cualquier valoración de los resultados de las elecciones de Cataluña debe partir del alto índice de abstención. No siendo las elecciones autonómicas con mayor abstención, se debe reconocer que la bajada de participación de las anteriores elecciones a éstas ha condicionado los resultados claramente. Aún así, podemos observar que los resultados permiten mantener el status quo de la política catalana, con un gobierno formado por ERC y JxC y apoyado desde fuera por la CUP. Mientras los partidos en el gobierno se vigilan permanentemente y se entretienen con peleas internas por la primacía del independentismo, el pueblo de Cataluña seguirá padeciendo la dejación de su gobierno.
El escenario cambia cuando nos fijamos en la oposición. La debacle de Ciudadanos, la subida del PSC y la irrupción de VOX provocarán una batalla por liderar la oposición de la que mucho nos tememos que solo salga la consolidación del gobierno independentista. El efecto Illa ha servido al PSC para ganar las elecciones pero no le sirve para gobernar y le garantizará el papel de líder numérico de la oposición. Un papel que será moderado con el independentismo al que necesita como aliado en Madrid. Posiblemente el papel de oposición vociferante lo ejercerá VOX gracias a sus 11 diputados. Que el PP y C´s tengan un perfil propio en el nuevo Parlament de Cataluña parece difícil tras sus malos resultados y es posible que tengan algún impacto nacional a medio plazo.
Algo huele a podrido en Cataluña. El conflicto político se enquista gracias a que el interés de cada partido estará en defender sus propios intereses. En este escenario es probable que la abstención siga creciendo. Podemos quejarnos de ello y criticar a los partidos o podemos pensar dar una respuesta desde abajo.