Una reforma electoral en impersonal

El pacto PSOE- Podemos para el gobierno de España recogía algunas medidas en el ámbito del sistema electoral, que han dejado muy a las claras sus intenciones en este terreno.

“Eliminaremos el voto rogado en las elecciones municipales, autonómicas, generales y europeas” recoge el primer punto del acuerdo sobre este tema. La eliminación del voto rogado es una cuestión en la que están de acuerdo la mayoría de los partidos parlamentarios. Facilitar el voto a los residentes en el extranjero y eliminar un sistema que más bien parece una carrera de obstáculos para aquellos que desean ejercer su derecho al voto viviendo fuera de España.

El segundo punto afirma “estableceremos listas cremallera en todos los procesos para garantizar la presencia de mujeres en las instituciones”

Pero para el núcleo duro del sistema electoral, esto es, el reparto de escaños, el acuerdo refleja un impersonal “se trabajará para conseguir un amplio consenso que permita modificar la fórmula electoral para mejorar la proporcionalidad del sistema”. Aquí, la contundencia de la primera persona del plural “eliminaremos”, “estableceremos”, da paso a un indeterminado “se trabajará”. Este dato ya es suficiente para saber los cambios que habrá y los que no durante la legislatura.

Y es que el PSOE no tiene intención de cambiar el sistema electoral y Podemos ahora se hace cómplice de eso. El PSOE alienta la necesidad de reforma electoral por una parte, a la vez que apela a la necesidad de consenso, sin dar ningún paso para conseguirlo.

El sistema electoral tiene un déficit en la proporcionalidad de su representación que necesita ser corregido. No contra nadie, sino a favor de un sistema más justo, más representativo, más democrático.

Era una demanda histórica de Izquierda Unida, que históricamente ha sido el partido más perjudicado por el sistema electoral, pero que ahora ha sido ignorado por Podemos en su acuerdo con el PSOE.

El sistema electoral no es la única forma de mejorar y profundizar nuestro sistema democrático, pero es una de las formas de participación política más clara para los ciudadanos. El número de votos se traduce en número de escaños a través del sistema de reparto. Y el sistema actual es un sistema con distorsiones tan evidentes como las que ha sufrido Izquierda Unida o más recientemente el PACMA, que , llegando a tener casi tantos votos como el PNV, sin embargo no obtiene ningún escaño, frente a los cinco o seis que suele sacar los nacionalistas vascos.

No sólo el sistema electoral necesita ser mejorado. Urge trabajar por una auténtica separación de poderes en nuestro país. La unión permanente del poder legislativo y ejecutivo somete a nuestro país a una dinámica que es poco democrática. Desde el rodillo parlamentario de las mayorías absolutas, al continuo chantaje de las minorías que condicionan las políticas del gobierno bajo la amenaza permanente de dejarlo caer, cuando los gobiernos son en minoría. Es preciso una separación más clara de ambos poderes. E imprescindible la separación de ambos de un poder judicial gobernado por el legislativo y el ejecutivo.

Parece que el gobierno no trabajará por la reforma electoral. Pero el nombramiento de la exministra de Justicia como Fiscal General del Estado, garantiza que el gobierno no sólo no trabajará por la separación de poderes, sino que lo hará en contra.

Diego Velicia