Mueren tres personas, tres trabajadores. Los sindicatos se excusan diciendo que son los empresarios los que deben facilitar alojamiento a los temporeros, de la inspección de trabajo parece que todavía no han llegado noticias.
Tres trabajadores que llevaban años viviendo en el pueblo, eran bien conocidos en la localidad, pero que tenían que recurrir a vivir en un garaje porque… así son las condiciones de los temporeros, de los emigrantes, de los trabajadores del campo.
Luego nos echamos las manos a la cabeza cuando ocurren accidentes, cuando las precarias condiciones llevan a la muerte. Tanto la constitución como propios derechos humanos garantizan el acceso a una vivienda digna, pero parece que muchos no tienen caché suficiente para esta dignidad: ¿no son considerados humanos?
La noticia no ha ocupado portadas en los periódicos, desgraciadamente no algo raro que las condiciones precarias de vida conduzcan a accidentes e incluso a la muerte. En este caso eran dos senegaleses y un maliense, con contrato y con todos los papeles en regla; en otras ocasiones serán ilegales o españoles con empleos también precarios los que se vean obligados a vivir, trabajar y morir en estas condiciones.
No olvidemos que en España ya hay más de tres millones de trabajadores pobres, consolidándose el empleo por meses, días e incluso horas. Ya hemos batido el récord de 5’9 millones de asalariados que cobran menos del salario mínimo, es decir, más de un tercio de los trabajadores.
Ana Sánchez