Entre los años 2000 y 2011 «se implantó y mantuvo» desde la Junta de Andalucía un procedimiento particular para «eludir» los mecanismos de control previo de la Intervención General de la Junta y disponer partidas presupuestarias destinadas a priori a ayudas sociolaborales y a empresas pero que fueron objeto de un «reparto discrecional o, incluso, arbitrario».
Acaba de publicarse la sentencia del caso ERE once meses -¡once!- después de ser declarado «visto para sentencia»; más de seiscientos millones de euros malversados de los fondos públicos, dos presidentes de la Junta condenados y con ellos toda una serie de altos cargos de los gobiernos socialistas andaluces. Sánchez, el que afirmó creer que Cháves y Griñán eran «personas honestas» calla, y su partido dice que eso no tiene que ver con ellos, ¿ha estado Andalucía gobernada por la CEDA?. E Iglesias -al que ya podemos llamar Pablo «concesiones», tras la carta que dirigió a sus simpatizantes- mira para otro lado confirmando que los que empezaron pidiendo rodear el Congreso se han convertido en poco más que una muleta de la vieja socialdemocracia. A lo que el PP aprovecha para quedar bien en tanto algunos recordamos la frase de la jueza Alaya, «PSOE y PP me quitaron por miedo a que investigara los cursos de formación» (21 Mayo 2018).
En los últimos meses a los de la «izquierda oficial» no les ha bastado con abocar al país a una repetición electoral con los millones de euros de gasto, la paralización administrativa y el hartazgo social inherentes. No ha sido suficiente haber guardado un inaguantable silencio mientras la ultraderecha calumniaba a los inmigrantes en el debate electoral televisado sacando unos datos cuyo origen, ellos mismos ignoraban. No han sentido el más mínimo pudor en llegar a un acuerdo de gobierno en alrededor de cuarenta y ocho horas, demostrando que la antedicha repetición electoral pudo ser perfectamente evitada.
Triste y vergonzoso el cuadro de unos líderes cuya boca siempre aparece llena de grandilocuencia; igualdad, democracia, memoria, progreso -«revolución» y «casta» ya no- y que se han convertido en otro eslabón de la ignominiosa cadena de corrupción que padecemos en nuestro país desde hace decenios.
El PSOE debe comprometerse a devolver lo robado. Un dinero robado a los más débiles para sostener un sistema clientelar de apoyo a un gobierno corrupto con cerca de 40 años en el poder.
Escuchamos varias veces a militantes obreros repitiendo; «la derecha no me ha defraudado nunca, sé a lo que van. Lo que me molesta es la izquierda que dicen que son de los míos y acaban siempre fastidiándome».
Creo que, por desgracia, el espectáculo, no debe, pero va a continuar.
José Manuel Cidre