Pobreza y derechos humanos en España. Un baño de realidad

Hace pocos días se publicaba el informe redactado por el profesor Philip Alston, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la pobreza extrema y los derechos humanos en España.
La foto que Alston muestra de nuestra nación viene a ser la siguiente; «El país tiene un alto desempleo, desempleo juvenil crónico, una crisis de vivienda de proporciones sorprendentes, pobreza generalizada, arreglos de protección social en gran medida inadecuados, un sistema educativo segregado y cada vez más anacrónico, políticas fiscales que brindan muchos más beneficios a los ricos que a los pobres, y una mentalidad burocrática arraigada en muchas partes del gobierno que valora los procedimientos formalistas sobre el bienestar de las personas». Nos situamos en un 26,1% de pobres que ascienden al 29,5% si hablamos de niños, con respecto al  paro alcanzamos el 13,78%, más del doble del promedio europeo, llegando nuestro país al 30,5% de parados menores de 25 años.
Contrapone el relator, las actitudes de Estado y sociedad a la hora de afrontar la coyuntura. Del primero afirma con cierta ironía; «Si los planes estratégicos, los programas de acción y los informes voluminosos pero ilegibles pudieran resolver la pobreza, España estaría en lo más alto», en tanto que de la sociedad escribe; «Me llamó la atención la capacidad de recuperación y la compasión de las personas con las que me reuní, que mostraron una verdadera generosidad» y en otro lugar; «me impresionó el increíble trabajo realizado por el tercer sector que es uno de los más brillantes que he encontrado», al tiempo que afirma que la palabra que más ha escuchado ha sido «abandonados». Así las cosas, parece que el Philip Alston hace mucho más énfasis en la responsabilidad gubernamental que en la capacidad social de organización para a afrontar y superar la crisis y sus consecuencias, llega a citar ni más ni menos que las críticas del propio Fondo Monetario Internacional a la ineficacia del modelo español de protección social cuyos índices se sitúan por debajo de los niveles de nuestro entorno.
En resumidas cuentas; afirma Alston que la pobreza es «una opción política» que «los gobiernos pueden, si lo desean, optar por superar». No nos extraña, conociendo a nuestro gobierno y oposición, que estén más ocupados en pines parentales y apologías del franquismo, que en permitir y potenciar cauces para el desarrollo de soluciones desde una economía social que propicie el crecimiento del cooperativismo y de las realidades económicas para las que antes de nada está la persona y el medio ambiente, y que nacen y se fortalecen desde la sociedad.
José Manuel Cidre