Mis conclusiones (temporales) sobre esta crisis:

Imagino que no es sencillo tener responsabilidades políticas en medio de una crisis como esta. Pero la gestión está siendo mala. No es verdad que el gobierno haya basado sus medidas en lo que “aconseja la ciencia”. El Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades aconsejaba en un informe del 3 de marzo “evitar actos multitudinarios innecesarios”. Y vimos a todos los grandes partidos mantener actos multitudinarios. Y a políticos de uno y otro signo aprovechar carroñeramente esta crisis.

Cada vez es más clara la importancia de la política en nuestra vida. Cómo se organiza la educación, la sanidad, la toma de decisiones… Este es el momento de arrimar el hombro siguiendo las medidas previstas para reducir los contagios, cada uno desde su posición. Pero cuando pase esta crisis, será el momento de arrimar el hombro con un mayor protagonismo como ciudadanos en la política. Elevar el nivel técnico y moral de los gobernantes es imprescindible. Y eso requiere implicación de todos. Desde la opción que cada uno considere más adecuada.

Una crisis como esta nos muestra que las fronteras entre los derechos individuales y los colectivos no es tan nítida como a veces creemos. El derecho individual de salir a tomar algo a una terraza afecta a los derechos de otras personas que puede que ni conozcan a los de la terraza. Nuestra sociedad camina a una interrelación creciente entre lo personal y lo colectivo.

Los derechos están estrechamente ligados a los deberes. Vemos estos días como el derecho de algunas personas a salir a la calle está en función del deber de cuidar a los demás y evitar contagios. No es un derecho absoluto. Y porque tenemos el deber de cuidar a los demás exigimos el derecho a que los gobiernos respondan a esta crisis de forma adecuada.

Diego Velicia