El salario es el índice de justicia que hay en una sociedad. La creciente devaluación de salarios nos muestra la cara más amarga de la crisis que no es más que una oportunidad de que los ricos cada vez lo sean más. Mientras en el 2006, el 10% más rico disfrutaba de una renta 10 veces superior al 10% más pobre, en el 2015 la diferencia es 15 veces más. El 28% de los trabajadores se encuentra en riesgo de pobreza.
Mientras los salarios más bajos siguen cayendo desde 1990, las retribuciones del 1% de los que más ganan han aumentado casi un 20%. En España concretamente los salarios más bajos han caído el 28% desde el 2008. Crece el abismo entre ricos y pobres y ya es normal que el trabajo no garantice salir de la pobreza.
Y tendremos que seguir escuchando el eterno discurso de que los salarios son los culpables de la crisis y que no será posible la recuperación económica mientras no se abarate aún más el despido y se flexibilice la legislación laboral hasta el infinito. En España ya tenemos fortunas que disponen de más renta que la comunidad autónoma en la que viven. El abismo Norte-Sur crece y más de 1.300 millones de trabajadores en el mundo tienen salarios inferiores a dos dólares al día.
Una sociedad decente exige un salario digno para cada trabajo. Si un salario no da lo suficiente para mantener todas las necesidades básicas de una familia, no es salario, ES UNA INJUSTICIA A COMBATIR.