Los indignados de derechas. Vox y lo católico

Me llega una foto por WhatsApp con la que no estoy en absoluto de acuerdo por lo que voy a explicar. Pero primero narro la situación. No quiero dar publicidad a la foto, la describo. La foto lleva un texto de encabezado que reza (sic): «Señor!!! Dame una señal», y debajo la foto, con un paso de Semana Santa que representa a Jesús con la Cruz a cuestas camino del Calvario escoltado por cuatro soldados romanos; el soldado que va primero con la mano derecha extendida señalando hacia adelante. El punto de la calle donde está tomada la foto es enfrente de una sede de Vox, y consigue el efecto de que el dedo del soldado justo esté señalando el nombre de Vox. Se deduce que el Señor ha enviado una señal, y la señal es Vox.

A bote pronto se podría replicar, que si quien señala a Vox es el soldado que está llevando a la muerte al Señor, que seguramente lo vaya insultando, lo haya apaleado, flagelado etc. etc. yo no me fiaría de esa señal. Pero como se podría contestar que Dios puede enviar señales por distintos medios, y que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, la respuesta debe ser un poco más elaborada. Porque supongo que a quien me ha enviado la foto le parecía graciosa o ingeniosa. Para mí no lo es. Pero sé que hay muchos católicos que están lanzando o rebotando este tipo de mensajes con la falsa esperanza mesiánica de que con Vox se va a hacer algo de lo que se supone que los católicos defendemos.

En primer lugar, Dios respeta nuestra libertad, y por lo tanto no nos va enviar ninguna señal. Los católicos, como cualquier ciudadano, debemos discernir, reflexionar libre y responsablemente qué hacer en la vida política, tanto como electores como, en su caso, si optamos por ser elegibles dentro de alguna opción política.

En segundo lugar, es ya clarísimo desde hace décadas que para la Iglesia ningún partido político se puede arrogar el calificativo de católico porque cualquier opción va a ser limitada en cuanto a la utopía católica. Es legítimo que los católicos busquemos concretar de distintas maneras los principios y valores que decimos defender, y más importante, que se supone que intentamos vivir. Parece que Abascal en algún mitin está apelando al voto de los católicos.

Recientemente se ha publicado un librito titulado certeramente según lo recién expuesto: «A la caza del voto católico». Al menos en la exposición resumida de la Doctrina Social de la Iglesia me parece ajustado este libro, aunque el título refleja esa actitud que me parece mezquina: estar a la caza, porque quizás nos estén poniendo un reclamo, un cebo para caer en la trampa; una vez más.  Esto no es sólo patrimonio de Vox, porque de alguna u otra manera, muchos partidos han tratado y tratan de arrimar a su ascua el pluralismo católico. Básicamente en dos grandes bloques: los que destacan del catolicismo su sensibilidad social por la justicia (los de “izquierdas”), y los que destacan su sensibilidad por la familia, y la defensa de la vida al inicio y al final de la misma (los de “derechas”). Creo que todos podemos poner ejemplos de lo uno y lo otro. Y, sin embargo, el magisterio de la Iglesia no se cansa de repetirnos que, en un plato de verduras, no se puede estar diciendo: me como el pimiento rojo, pero no me como el pimiento verde, o me gustan las judías, pero no me gusta la patata. Y hoy, en política, se quiere hacer con el catolicismo (y lo consentimos los católicos) como en esas cadenas de comida rápida en que vas eligiendo los ingredientes que quieres para tu plato. Pero hay ingredientes que no deberían faltar. Aun sabiendo que ningún plato va a colmar en plenitud el apetito católico de amor, justicia, fraternidad, paz, que supera toda capacidad humana, sí tenemos el deber de intentar que el plato que ofrezcamos sea completo, sano y saludable desde nuestra visión de la nutrición política, aunque sabemos que hoy los gustos se inclinan por la comida basura y edulcorada.

Ciertamente hay una parte de verdad. Los católicos con especial sensibilidad por los temas de familia y vida se sienten con toda razón traicionados, abandonados por unos partidos que han buscado el aire para sus velas en los vientos sociales que poco tienen que ver con los planteamientos católicos. Se han sentido, sí, indignados. Y ahora buscan su revancha. Hace unos años, con el 15M, otro sector social (en muchos casos también coincidente) también se sentía indignado por los recortes, la desigualdad, los abusos, la corrupción. Y su legítima ansia de desencanto y revancha la capitalizó otro partido, Podemos, que como hemos visto, pronto traicionó aquel espíritu ciudadano, y se apropió de un movimiento democrático y democratizador para apuntalarse en el “establishment”. Pocos años después, Podemos se disuelve, y está tratando de evitar el desastre volviendo a aquellos mensajes y a unas cuantas verdades de aquel 15 M. Mucho me temo que con VOX, va a pasar en poco tiempo como con Podemos. Que muchos de sus enfervorizados votantes se van a desencantar, porque sus dirigentes no demuestran precisamente maneras democráticas como tampoco las han mostrado los dirigentes de Podemos. Aparte de por otras razones en las que no es el momento de entrar.

Como católico, NO me siento en absoluto identificado con muchas de las propuestas de Vox, y puedo sintonizar con algunas, pero sinceramente, yo no esperaré señales del cielo, actuaré desde mi conciencia y mi responsabilidad. No estoy de acuerdo con el revanchismo de unos ni de otros. Ni con la polarización, ni el frentismo. Ni con interpretaciones sesgadas de la historia, ni con mitificaciones, ni romanticismos. Creo que es fácil, si no se es sectario ni fanático, ver que hay ejemplos de todo esto en todos los partidos con más opciones de sacar representantes.

Sinceramente, como católico, no votaré ni por Vox, ni por Podemos, ni por Ciudadanos, ni por el PSOE, ni por el PP, ni por independentistas ni animalistas. Seguiré trabajando para construir otra realidad más justa y solidaria, que una y que no divida, que potencie la interdependencia de todas las realidades sociales y territoriales, y que sea pacífica en la forma de dialogar, de proponer, y de buscar que el bien posible se acerque cada vez más al bien necesario.

Jorge Lara (militante del partido SAIn)