La solidaridad es perseguida


Es necesario un grito de denuncia, pero también una acción solidaria que impida que la solidaridad sea un crimen

No podemos menos que unirnos a ese grito angustiado y solidario que ante los 350 muertos, aquel día, lanzaba al mundo el Papa Francisco.

Más de 15.000 en los últimos años han muerto en las costas de Europa. Venían buscando trabajo. Dicen los analistas que huyendo del hambre, pero esta no es sino el mecanismo por el cual justificamos esta moderna deportación de esclavos.

En Europa, que ya no pare hijos ni para mano de obra barata, tenemos que seguir importando esclavos para explotarlos y rebajar las condiciones laborales de los propios europeos. Y así ya nos hemos acostumbrado a la periódica noticia de miles de muertes.

Los políticos nacionales y europeos miran siempre para otro lado. Así fue una vez más cuando la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, escribió meses antes a la Unión Europea preguntando: “¿Cuán grande ha de ser el cementerio de mi isla?“. O como cuando exigió al primer ministro Enricco Letta “Venga aquí a mirar el horror a la cara. Venga a contar los muertos conmigo”. Tanto Letta como Barroso tardaron en ir. Y escucharon la denuncia de un pueblo cansado de enterrar inocentes.

Vergüenza es una ley que condena la solidaridad de salvar vidas, que existe en Italia y que quieren que exista en España. La solidaridad es perseguida. Y así la opinión publicada trató de culpabilizar a los pescadores poniéndolos entre la espada y la pared de salvar las vidas de aquellos inmigrantes o enfrentarse a las multas, al paro y a la precariedad consecuente de los despidos.

Es necesario un grito de denuncia, pero también una acción solidaria que impida que la solidaridad sea un crimen. Hemos de hacer efectivo el derecho a emigrar, pero sobre todo el derecho a NO tener que emigrar: que cada persona y familia puedan desarrollar plenamente su vida allá donde residan.

Es posible un grito internacionalista como el del Papa llamando al Mundo, pero es posible una acción municipal internacionalista en ese mismo orden y que unidas resuenen como el llanto de la alcaldesa de Lampedusa.

Es necesario vivir la solidaridad equivalente de compartir con ellos su vida y sus luchas. Y hacérselas vivir a los políticos, que dicen servir al pueblo, haciendo que vivan con el salario mínimo interprofesional como primer paso.

Nos proponemos que la sociedad española luche contra el genocidio político del hambre que asesina a 100.000 personas al día y obliga a millones de personas a emigrar La solución no es más Frontex, más vigilancia, más patrulleras o satélites. Ni tampoco unos CIEs más grandes, sino que defendemos el derecho de toda persona a emigrar y el derecho a NO tener que emigrar

“Venga aquí a mirar el horror a la cara. Venga a contar los muertos conmigo.” (palabras de Giuse Nicoli, alcaldesa de Lampedusa, al primer ministro italiano).

Más de 15.000 inmigrantes muertos en las aguas del Mediterráneo. ¡Exigimos a la UE medias urgentes y justas que acaben con este drama!