En los últimos días oímos a los principales candidatos a la presidencia del Gobierno hablar de eutanasia. Mucho más después de la muerte de una mujer que, después de una larga enfermedad, se envenenó con ayuda de su marido. Él es una persona que tuvo que pedir reducción de jornada primero para atenderla, luego se prejubiló a los 61 años para poder seguir atendiéndola ya que la enfermedad iba cada vez a peor. Estuvieron 10 años esperando por una residencia para ella y no se la dieron. Seguro que no tenían para pagarse una privada y optaron por una pública y no lo consiguieron. Recibieron excusas durante los 10 años.
¿Vivir dignamente o morir dignamente? ¿Por qué escuchamos en los medios hablar de lo segundo y no de lo primero? Se han invertido las prioridades. ¿Por qué no hablar de proponer medidas que nos permitan vivir dignamente?
A quienes aspiran al poder les digo que si invirtieran sus energías a que la gente tuvieran condiciones dignas de vida no tendría problema en escuchar sus propuestas sobre mantener esa misma dignidad hasta el final de esa misma vida.
No creo que fuera una lógica difícil de entender y ofrecería un trato humano. Trabajo digno. Vivienda digna. Que la sanidad funcione y no tengamos que esperar años para la ley de dependencia sea una realidad que ayude a quienes lo necesitan. ¿Cuánto tiene que tardar un enfermo para que le operen?
Pocos argumentos, ni tan siquiera manidas promesas, han ofrecido los candidatos a hablar dela dignidad de la vida. El camino fácil de posicionarse ante la eutanasia, deja sin respuesta qué responsabilidad tienen quienes gobiernan (y a quienes quieren gobernar) sobre la situación de indefensión brutal que sufren personas que se plantean que es mejor morir.
¿Qué han dicho los candidatos sobre los miles de enfermos que están siendo cuidados por sus familiares? Sin medios. Sin poder tener acceso a medicamentos, a residencias y ni tan siquiera a una vivienda digna.
Parece que cuesta menos hablar de condiciones dignas de deshacerse de quienes no pueden pagar por residencias, operaciones y hospitales privados. La eutanasia es la muerte para los indefensos aunque la enmascaren como una muerte digna.
Quienes aspiran al sillón de Moncloa han demostrado en varias ocasiones no ser capaces de interesarse por quienes no llegan al final de mes, pero parecen demasiado interesados en garantizar que quienes ya no pueden más lleguen al final de la vida.
Ángel Rodríguez