Educación: ni estado, ni mercado

Las exigencias de Vox en Murcia referidas a la educación fueron respondidas por la Ministra de Educación que afirmaba que los niños no son propiedad de los padres. Otra vez ha estallado el debate de la educación en nuestro país orillando las verdaderas necesidades de nuestros niños y jóvenes, después de años hablando de un pacto educativo que nunca llega.

La izquierda oficial cree que ocupando espacios burocráticos de poder del Estado se puede transformar la sociedad mediante decreto y se ofenden cuando se discuten sus posturas. Su aceptación del modelo neoliberal les obliga a apretar en medidas políticas de igualdad barata, especialmente la de cintura para abajo. Hay quien está empeñado en que la educación siga ese modelo.

La derecha también se confunde cuando pone su esperanza en la firma de un documento que impida participar a sus hijos determinadas actividades. Quieren hacer creer que con ello se asegura la no intromisión de ideologías y adoctrinamientos en las aulas.

La educación autogestionaria está por estrenar. Hace falta un modelo educativo no supeditado a los dictados del Estado y del Mercado. Los dos modelos que hoy discuten, coinciden en usurpar el poder colectivo del pueblo. El Amo Estado no garantiza ni la igualdad ni la libertad. El Santo Mercado capitalista convierte a los niños y familias en clientes. Y los dos convierten a los educadores en ejecutores de sus consignas.

Devolver el poder al pueblo pasa por impulsar la educación autogestionaria y hacer de la escuela un espacio de cooperación y colaboración de familias, educadores e instituciones educativas. Es un tremendo error orillar a los padres en la educación de los hijos. Cuando una ministra del gobierno desprecia a los padres, está despreciando un pilar fundamental de la comunidad educativa. Sin protagonismo de los padres no hay escuela sino servidumbre.

Una escuela en manos de burócratas no es capaz de combatir privilegios y tentaciones totalitarias. Más bien hay que apostar por una articulación paritaria de la escuela para que sea un espacio que multiplique lo común y responda a la vida. La escuela se construye desde abajo y no a golpe de decreto o votación en el Parlamento. La escuela debe ser un espacio donde vivir los problemas del mundo y preparar a quienes deben protagonizarlo. Por eso, no puede ser un botín de quienes quieren asaltarla a costa de las familias y su protagonismo político.

Es necesario apostar por la recuperación del sentido del educador, que es algo más que un simple funcionario de la enseñanza. Al paso que vamos, la educación se encamina a convertirse en una guerra de poder en el que los verdaderos protagonistas sigan ausentes.

Una educación autogestionada es el germen de una sociedad más justa y solidaria. No habrá democracia si la familia no protagoniza la educación de sus hijos y se contenta con subcontratar sus obligaciones. La libertad de educación no va por ahí. Los padres no solo tienen derechos, sino que también tienen obligaciones. Y el miedo les aparece cuando dimiten de su responsabilidad pues han dejado a sus hijos a merced de otros.

Probablemente los distintos gobiernos, (central, autonómicos y municipales) seguirán usando la educación como campo para sus batallas particulares. Ante eso es imprescindible que la llamada comunidad educativa: padres, profesores y alumnos, protagonicen el necesario pacto de Estado sobre educación. Sin el dirigismo político de turno, sin la tutela permanente del poder político, sin delegar la propia responsabilidad.

Javier Marijuan