Murió Margaret Thatcher. Falleció la Dama de Hierro. Y la mayoría de los juicios que se hacen sobre su labor política, acaban recalando en el liberalismo económico que impulsó, así como sus consecuencias para el Reino Unido, y para el mundo.
Creo que pocas veces nos hemos parado a pensar en un aspecto sobre el que sería apropiado profundizar estos días.
Muchos recordaremos que, cuando llegaron a España los primeros intentos de despenalización del aborto, sus defensores arguían que; las españolas tenían que ir a abortar… a Londres. Y aquí está el dato que quisiera subrayar. El Londres del neoliberalismo, de los recortes sociales y de la represión a los trabajadores, era el Londres del aborto, que, como muy pocos han recordado, la señora Thatcher colaboró a despenalizar.
Hace poco tiempo, algunos progres de salón, volvieron a enarbolar la raída etiqueta que identifica aborto e izquierda, olvidándose de que, cuando había que ir a abortar a Londres, allí les esperaba en el gobierno, ni más ni menos que la defensora del general Pinochet, que se colocaba en este asunto, al lado de, por ejemplo, Robert McNamara, Bill Clinton, y otros líderes de la… ¿izquierda?
También hace pocos días hemos visto como James Cameron, claro sucesor político de Thatcher, ha regulado el matrimonio gay, apuntalando la idea de que las agresiones a los empobrecidos y a la familia, guardan un enorme parentesco.
Los documentos de la I Internacional de trabajadores, y un manifiesto que encontramos fácilmente con el título de «Rechazamos el aborto porque somos de izquierdas», nos iluminan mucho sobre este asunto.
José Manuel Cidre