Nuestro sistema da síntomas graves de agotamiento y la crisis de Cataluña ha sido un gran botón de muestra de esta realidad innegable. La crisis del sistema nacido en 1978 está en boca de todos, pero ¿qué salidas nos están poniendo encima de la mesa?
Los oportunistas, que han hecho negocio con la crisis, pedirán una reforma de chapa y pintura para que todo siga igual. Son los que anuncian a bombo y platillo la salida de la crisis, pero solo saben cuadrar los números con desigualdad y opresión de los más débiles.
Los nacionalistas quieren romper la solidaridad. Lo han hecho siempre y cuando han visto que no se puede ceder a las exigencias de su infinito apetito han querido dar un portazo fanatizando a gran parte de sus ciudadanos. La reforma que piden es la del egoísmo de su grupo convertido en derecho a decidir… solo ellos.
Los de la “política todo a cien” piensan que todo da lo mismo. Su inmadurez les hace peligrosos y se ponen de perfil ante las decisiones difíciles. Para ellos cosas tan importantes como el estar unidos o afrontar juntos el futuro pueden ser objeto de referéndum. Es esa una estrategia en la que ganan los que mejor sepan manejar la propaganda y manipular las emociones. Y lo llaman democracia.
[bctt tweet=»Un nacionalismo no se cura con otro nacionalismo, sino con solidaridad #SolidaridadPorPrincipio» username=»PartidoSAIn»]
Afrontemos los cambios con valentía. Nuestra arquitectura institucional amenaza ruina y ello hace nuestra convivencia cada vez más difícil. Es el tiempo de abrir un proceso fuerte de construcción de un sistema capaz de afrontar los enormes desafíos que tenemos planteados.
Es hora del protagonismo del pueblo frente a las burocracias y las élites de poder. El comodismo de la sociedad es su tumba. Una de las lecciones de la crisis debe ser que ni el Estado ni el Mercado son las varitas mágicas para arreglar los problemas de la sociedad.
En el mundo se levantan muros contra los empobrecidos y jamás como ahora en tantos sitios del mundo se había estado tan expuesto a la lacra del hambre. Para los pobres de la tierra el nacionalismo es la ideología más reaccionaria del mundo.