Sigamos haciendo del 8 marzo un día de lucha contra la explotación del ser humano

Mujeres-Tierra
Se acerca el día de la mujer trabajadora y merece la pena hacer una reflexión sobre cual es hoy la situación de la mujer hoy y la respuesta solidaria que necesitamos dar.

1- La mujer pobre, eslabón más débil en la cadena de explotación.

Los pobres, especialmente la mujer, son la mayor fuerza laboral mundial. Los países empobrecidos concentran el 84% de la fuerza laboral mundial y las mujeres constituyen aproximadamente el 60% de los trabajadores pobres del mundo. Sin el trabajo de las mujeres y los inmigrantes -hombres y mujeres- el mundo se paralizaría.

La mujer EMPOBRECIDA no sólo es tratada como un instrumento con fines de explotación laboral (cobran hasta un 50% menos que los hombres por estar en mayor proporción en los trabajos de mayor precariedad). También como instrumento para la explotación sexual (el 90% de las personas prostituidas son mujeres inmigrantes), o para la explotación reproductiva (los llamados vientres de alquiler o el negocio del “oro líquido”, por el que familias enriquecidas -contratantes- alquilan a una mujer empobrecida para que geste a un hijo que luego tiene que entregar, o se extraiga la leche materna para venderla a costa de su salud y el hambre de sus hijos recién nacidos).

2- ¿Quienes las explotan?: No dividamos y enfrentemos a los empobrecidos.

Todo ello constituye un enorme negocio que está íntimamente unido, y en manos de una minoría de familias enriquecidas que presionan y mueven los hilos de los gobiernos estatales e instituciones supranacionales para que legislen a su favor y/o lo permitan. Ya se han demostrado los vínculos entre el negocio de la explotación sexual y laboral, o el de los vientres de alquiler y el de la trata. Por tanto no es el varón quien trafica y se beneficia de tal explotación, mucho menos el varón EMPOBRECIDO (y explotado también):

Una mujer vientre de alquiler (India) entrevistada en un reportaje de la BBC dice: «Soy una criada, gano 13 dólares al mes. Mi esposo trabaja en una construcción. Gana de 2 a 3 dólares al día”.

Avanzamos hacia formas más salvajes de explotación de los pobres, a la vez que se incrementa la participación de la mujer en puestos directivos de multinacionales y de gobiernos insolidarios, o en el ejército. Según Prado Esteban, en un artículo publicado por la CNT, por los hechos de la realidad no se puede seguir afirmando que “la guerra es monopolio masculino” y critica el feminismo que promueve la “inquina hacia el varón” “exculpando al Estado”

Desde el principio, las mujeres que formaron parte de un movimiento obrero organizado internacionalmente y que logró poner en jaque el capitalismo incipiente durante finales del S.XIX y primeros del S.XX, tuvieron claro quién era el opresor. Y todos (hombres y mujeres) eran conscientes que en su unión, la de los pobres y explotados, residía su fuerza:

El Acta del Congreso Obrero de la Federación Española de la I Internacional (1872) recoge que “La introducción de la mujer y del niño en el trabajo social, es de una importancia capital para la burguesía industrial. Cuando la burguesía industrial obligó a la mujer y al niño a entrar en el taller, el jornal del obrero disminuyó en proporción de la cantidad representada por el de su mujer y sus hijos. Empleando a la mujer y el niño, que tiene menos fuerza de resistencia, el capitalista encuentra obreros cuyo jornal puede fijar a su gusto. El capitalista ha despojado al proletario del sentimiento de familia… si desorganizando la familia obrera el capitalista ha encontrado un gran interés en cambio ha engrosado las falanges revolucionarias con nuevos y poderosos aliados… creemos que nuestro trabajo acerca de la mujer es hacerla entrar en el movimiento obrero». Emma Goldman (anarquista) en «el amor entre las personas libres» (1917) afirma “¿Qué habremos conseguido si sustituimos la estrechez y falta de libertad del hogar por la estrechez y la falta de libertad en la fábrica, la oficina o el comercio o taller? La libertad de la mujer va íntimamente ligada a la libertad del hombre.”

3- Ni los cuidados son una condena ni la mujer tiene que dejar de parir: No a las falsas soluciones ofrecidas desde el poder.

Tras la crisis de los años 70 se inicia en los países enriquecidos, un proceso de precarización y destrucción de empleo estable, y en los países empobrecidos un progresivo aumento de las maquilas (zonas de esclavitud). Aquel proceso precisó de la incorporación al mundo laboral de la mujer, para aumentar el beneficio de las empresas multinacionales (son más rentables). En Centro América y el Caribe, el 95% de los trabajadores de las maquilas son mujeres pobres jóvenes. También precisó imponer, por la fuerza o la “propaganda”, que las familias tuvieran los hijos (en menor número) que las nuevas y peores condiciones laborales iban a exigir. Para ello, la todopoderosa ONU incremento la financiación a campañas de imposición del aborto y esterilizaciones en países empobrecidos, y multiplicó sus conferencias e informes donde en nombre de una mal llamada “promoción de la mujer” o “revolución sexual” este proceso de explotación se pudieran asimilar (cosa que caló en no pocos movimientos feministas de países enriquecidos). La progresiva bajada de salarios tanto del hombre como de la mujer, ha hecho necesaria una larga jornada laboral de ambos, con la dificultad que eso supone para el cuidado de hijos y padres. Por esto en España, un 25% de la generación de mujeres que nacieron en los años 70 no ha sido madre. Los más altos niveles históricos, a pesar de que desearían tener 2 hijos. Por esto también el poder necesitó promover la concepción de los cuidados como una carga, cuando es en realidad una vocación en la persona. ¿Ante esta situación es una respuesta proponer la mercantilización de los cuidados, bien sea pidiendo al estado un salario por cuidar a nuestras familias, bien sea explotando a los trabajadores del servicio domestico? ¿Esto no nos lleva a debilitar las instituciones naturales de convivencia (familia, comunidad de vecinos y otras redes asociativas) y que pierdan el protagonismo en la construcción de una sociedad más justa, en aras de un estado cada vez más grande, burocrático y benefactor? ¿No será más humanizador y solidario proponer unas condiciones de trabajo que permitan trabajar y cuidar a nuestras familias?

Ha podido suceder que esta iniquidad contra la mujer empobrecida exista porque se nos haya colado un feminismo burgués contra el que tanto lucharon algunas feministas pioneras. Quizá sea necesario abrir una reflexión sobre las corrientes feministas del presente y cómo debe hacerse la colaboración de la mujer al trabajo por la justicia y la paz en el mundo. Así ocurrió el año pasado en la India, en un encuentro internacional de mujeres por la paz y la noviolencia promovido por la asociación Ekta Parisahd. Es posible creer en las capacidades y cualidades propias de la mujer para contribuir positivamente a la sociedad, laboral y asociativamente, al mismo tiempo que reconocer la capacidad del hombre para cuidar, y de ambos (hombre y mujer) para luchar juntos contra un sistema que aplasta a las familias. Es necesario un feminismo que ponga en primer lugar la lucha contra toda forma de explotación, de la que han sido y son principales víctimas y promotores de cambio los más empobrecidos.

Hoy miles de mujeres en el mundo, se organizan para sacar adelante la vida de sus familias (tontines africanas). Por amor a sus hijos fallecidos se enfrentan a dictaduras o a las mafias de la droga (Madres contra la Droga en Galicia). Rompen espirales de violencia y siembran caminos de paz (como Margarite Barankise, la lucha conjunta de las mujeres palestinas e israelíes-hasta cuando hablarse era ilegal- o la de la Asociaciones Naga Madre o Meira Paibis en la India). También se van caminando senderos de justicia y solidaridad.

 

Grupo Fantine

 

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