¿Serán las víctimas de ETA, nuevamente víctimas por el olvido y la indiferencia?

El terrorismo de ETA, ha provocado cerca de 1000 muertos, a los que hay que sumar miles de amenazados, heridos, familias destrozadas, más de 200.000 exiliados

Por parte de ETA no ha existido una sola palabra para reparar tanto dolor. Es más, las víctimas han tenido que sufrir durante años el silencio de una sociedad que les miraba con suspicacia mientras murmuraba el famoso «Algo habrán hecho», mientras sufrían la vergüenza de ir de iglesia en iglesia buscando un funeral digno para sus muertos, o tenían que soportar las pintadas, los gritos y los actos de exaltación de terrorismo.

Las víctimas sufren además los envites de unos partidos y otros queriendo lavar su imagen y justificar su postura. Tras años de indiferencia, las quiso domesticar el PSOE de Zapatero de la mano de Peces Barba, para justificar la aberración política y moral de negociar con ETA cuando estaba contra las cuer­das, y hablar de «proceso de paz» cuando nunca ha habido dos bandos, sino uno que mataba y otro que sufría.

Ahora quiere manipularlas el PP de Rajoy, que aceptó el chantaje de la banda, sumándose al pacto antiterrorista de ZP para vender una imagen de mayor «talante» y ganar un puñado de votos.

Y así las víctimas siguen sin escuchar una petición de perdón por parte de ETA, mientras ven cómo la sociedad se alegra de haber ganado en «tranquilidad», sin ninguna conciencia de que el objetivo de años de terror fue crear el clima político que hoy se tiene.

Ya lo reconoció Arzalluz en diálogo con ETA, unos (ETA) movéis el árbol y otros (los independentistas) recogemos las nueces. Los votos de las nuevas Batasunas, no serían los mismos, si durante los últimos 40 años hubiese habido libertad en el País Vasco. El asesinato de opositores, los secuestros, y la violencia en la calle han hecho que hasta hoy mismo, en los bares del País Vasco o Navarra se siga bajando el tono de voz, para hablar de ciertos temas.

Entonces, ¿qué se puede hacer? En la fachada de la casa de Miguel de Unamuno una frase decía, «primero la verdad, luego la paz».

No habrá Paz, con mayúsculas, sin la verdad, que pasa por la petición de perdón y la restitución moral a las víctimas de la violencia nacionalista, el abandono incondicional de las armas, y una restitución política que reconozca que la vía del terrorismo es inmoral e ilegítima.

De lo contrario, cualquiera estaría legitimado para usar la violencia como medio para lograr sus objetivos.