PÁGINAS DE LA HISTORIA DE LOS POBRES (I)

Estas páginas deseo que sean homenaje a todos los grandes militantes obreros que desde el siglo XIX dieron su vida y labraron una historia de liberación de todos los parias de la tierra. Valera, Marcelau, Quintanilla, Besteiro, Bruno Alonso, Aida Lafuente, Rosa Luxemburgo, Rovirosa, Seguí, Pestaña, Mera,y, en especial al que fue mi maestro, Julián Gómez del Castillo.

`La humanidad entera tiene su memoria común…el acerbo común de todos los pueblos…esa memoria común tiene su rostro concreto: el rostro de los hombres de nuestros pueblos. Son hombres anónimos y sus nombres no quedarán grabados en los libros de historia. En sus rostros estará quizás el sufrimiento y la postergación, pero su dignidad inexpresable con palabras nos está hablando de un pueblo con historia, con memoria común. Es el pueblo fiel de Dios.´

Francisco, Papa.

El Fuero de Sepúlveda tiene una introducción muy ilustrativa de lo que quiero decir. Alfonso VI, y su mujer Doña Inés confirman los fueros que sus antepasados reconocieron al pueblo de Sepúlveda. No fue una concesión de ningún privilegio, sino la confirmación del derecho consuetudinario, y en Castilla, las fazañas, que los antiguos pastores, refugiados, perseguidos y hasta huídos de la justicia tanto árabe como cristiana que habitaban Sepúlveda y su comarca, se dieron para la convivencia común.

Sin embargo, el audiovisual que presenta el Museo de los Fueros de dicha ciudad, y el propio célebre Fuero Sepulvedano, nos calificó el fuero como privilegio del Rey al pueblo de Sepúlveda. Está claro que no solo fue el autor del audiovisual. Toda la literatura histórica de aquellos tiempos está llena de conceptos que resaltan la idea de privilegio y concesión de los grandes a los pequeños. Y es verdad que entonces Sepúlveda era tierra de frontera y el rey se veía forzado a aceptar las condiciones que sus habitantes, en su mayoría excluídos, le imponían ante una situación de guerra y de algaradas de robo de ganado. `Caballeros Pardos´, campesinos armados de Riaza, les llamaron los poderosos en tono despreciativo. Eran cuadrillas de caballería villana que se habían constituído como defensa de sus mujeres, de sus tierras y sus ganados. Ellos lograron vencer al imperio islámico en la célebre batalla de Alhandega. Es el año 939.

`Tras la batalla de Simancas, Abd Al Rhaman III sigue destruyendo castillos por el río Riaza, entorno a Sepúlveda. El ejército musulman es asaltado en Alhandega, y derrotado. El ataque no fue realizado por el ejército real o condal cristiano, sino por los serranos y los caballeros de la vega de Riaza. Ya en Simancas y en Alhandega, en los textos de Ibn Hayyan aparecen entre los componentes del ejército cristiano, además de los castellanos, coimbranos y pamploneses, los Ayam, colectivo social heterogéneo formado por los grupos residuales de población que subsistieron desde mediados del siglo VIII, y los marginados de una y otra formación política. Pero todos ellos con un vínculo común, su vida sobre la frontera y sus hábitos guerreros, siendo el botín uno de los componentes de su economía.´, nos dice Villar García en su `La Extremadura Castellano-Leonesa´.

Son suficientemente conocidos los epítetos con los que se califica a los fronterizos: `caballeros pardos´ o `colonos´ en el anónimo de Sahagún y en la Crónica Compostelana, `turba de réprobos, homicidas, maléficos, fornicarios, adúlteros, adivinos, odiosos ladrones, apóstatas execrados…´