Se multiplican las iniciativas en vista de la Jornada Mundial de Oración contra la Trata del próximo 8 de febrero. El cardenal Turkson: «es necesario cambiar el paradigma de desarrollo»
«La esclavitud fue abolida hace dos siglos, pero de hecho no hemos tenido nunca tanta esclavitud como hoy, y nunca habían costado tan poco; la vida humana vale menos». Con estas palabras sor Gabriella Bottani describió, en síntesis, el fenómeno de la trata a nivel mundial durante el Seminario «¡Son niños, no esclavos!» que se llevó a cabo en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. La jornada de estudio formaba parte de un recorrido preparativo (lleno de iniciativas) para la Jornada Mundial de Oración en contra de la Trata, instituida por Papa Francisco, que será el próximo 8 de febrero.
Sor Gabriella es la coordinadora de la red anti-trata Talitha Kum, promovida por las congregaciones religiosas femeninas en todo el mundo. Trabajos pesados como los de las minas o en la construcción, el «cibersexo» (explotación sexual virtual), la pesca en los países más pobres, son algunas de las actividades en las que son utilizados los menores, incluso niños pequeños: «los padres que no tienen nada —explicó sor Bottani— a menudo caen en la tentación de vender a los propios hijos».
Las actividades de las redes de las religiosas han suscitado, un poco cada vez, una atención nueva, incluso dentro de la Iglesia, con respecto al problema: los episcopados antes indiferentes o fríos ahora están comenzando a moverse, empezando justamente por los de África. «Decimos —explicó la coordinadora de Talitha Kum— que nos encontramos en una fase de mayor conciencia y mayor compromiso. Por ejemplo, en Sudáfrica, tanto los obispos como los religiosos, tienen programas específicos y una oficina que trabaja en contra de la trata. A nivel más general, ha habido un compromiso mayor gracias al trabajo integral que conducen los dicasterios vaticanos Caritas Internationalis y Talitha Kum para tratar de sensibilizar a las iglesias. Este año, la Jornada Mundial de Oración, que para nosotros es un espacio de sensibilización, se está volviendo más importante, por lo que también hay más disponibilidad por parte de los obispos. En septiembre del año pasado hubo un congreso en Nigeria en el que todas las conferencias de los obispos fueron llamadas a participar, por lo que nos encontramos en un proceso de mayor involucramiento».
También el Vaticano se mueve en la misma dirección, como nos explicó el cardenal Peter Turkson, Prefecto del nuevo dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que participó en el encuentro. «Es un problema que siempre hemos seguido, pero ahora hemos creado una oficina del dicasterio específicamente para el tema de la trata. Pero además de esto, creo que lo más importante es ver cómo se están comprometiendo los obispos locales. Hay tres etapas que hay que tener en en cuenta: la salida del propio país de las personas que son objeto de la trata, el viaje que hacen y la llegada; y en estos tres momentos la Iglesia puede estar presente para ayudar a los niños». «En primer lugar —afirmó Turkson— tratando de detener el tráfico, sin dejar que salgas de sus países; lo primero que hay que hacer, en este sentido, es ayudar a que los padres tengan un trabajo para evitar que se liberen de la carga de los hijos. El problema, pues, está vinculado con la pobreza». «Nosotros —añadió— debemos cambiar el paradigma del desarrollo, debemos construir uno nuevo para poder afrontar estos problemas».
«Sé que en Nigeria, en Guinea y en Ghana —prosiguió el cardenal de este último país— los episcopados están comprometidos en contrarrestar la trata, y lo hacen en algunos casos colaborando con la policía, porque el trabajo de las fuerzas del orden es muy importante. Los obispos pueden hacer algunas cosas, pero hay un límite a lo que se puede hacer con la palabra; a veces es necesario que se pongan en juego las fuerzas del orden. Este es un discurso que también vale para los países de llegada, ya hemos tenido encuentros con la policía de Londres y con los obispos, porque es necesario con las fuerzas del orden».
Esta última es una cuestión que afrontan también las religiosas: «En diferentes países africanos —observó al respecto sor Gabriella Bottani— nuestras redes de Talitha Kum ya colaboran con las fuerzas del orden y con las instituciones; esto sucede en Nigeria, Burkina Faso; y se están creando espacios en Mozambique para trabajar sobre la trata, que en este caso afecta a los niños albinos utilizados para el tráfico de órganos. Las religiosas comprometidas en este sector han comenzado también una actividad para formar a los cuadros de la policía. En Sudáfrica o en Zambia, esta colaboración existe; claro, lo que tenemos en forma embrionaria ahora debemos hacer que crezca y promoverlo a una escala más amplia».
Naturalmente, la atención que presta al problema de la trata, de la esclavitud, Papa Francisco, que a menudo habla de esta plaga en público y en varios documentos, ha sido un apoyo para el trabajo de las religiosas. «El compromiso de Papa Francisco es un llamado constante —según sor Bottani— para que todos los obispos se muevan; además, hay cada vez más religiosos africanos que quieren comprometerse en África y por África, por una real transformación, y comenzar un camino tanto de reflexión como de acciones principalmente preventivas». A nivel práctico, operativo, hay algunas prioridades: «Es necesario cuidar las realidades profundamente heridas, porque la trata que nosotros conocemos en Europa es solo una pequeña parte del fenómeno; la mayoría es interna a la misma África». «Entonces —aclaró la religiosa— hay que comprender cómo ofrecer recorridos para reinsertar a las personas y de desarrollo».
Bajo este perfil, la educación y la supervivencia económica son dos caras de la misma moneda. «Y después está la transformación de la mentalidad. Hay que actuar a medio y largo plazo para incidir verdaderamente, porque si una persona sigue pensando, por ejemplo, que la única posibilidad de vida existe fuera del propio país y que dentro no ay ninguna, no actuará nunca para transformar la realidad en la que vive».
Pero hay un problema relacionado con la demanda de los países ricos, por ejemplo en el ámbito de la explotación sexual. «La demanda en los países ricos —nos dijo sor Bottani— es un problema muy serio. Los proyectos educativos no sirven solo para prevenir sino para plantear la cuestión de la educación sexual». «En un reciente encuentro, en relación con la zona que se extiende entre Marruecos y España, se observó que cada vez más clientes son adolescentes. Entonces debemos ponernos a educar en serio no solo en relación a quienes son “traficados”, sino también entre quienes promueven la demanda. Todo esto forma parte de una crisis de las relaciones, nuestro mundo individualizado nos ha llevado a romper estas relaciones, pero nosotros necesitamos relaciones y afectos». El poder, el dinero, se han convertido en instrumentos indispensables en las relaciones humanas, «porque al final yo compro la relación a través de una transacción que hago como cliente yendo con una chica o con una niña. Con lo cual compro y no me comprometo, y después vuelvo a casa. Entonces, hay que ver cómo podemos ayudarnos a reconstruir relaciones que nos prometan crecer en la belleza que el otro o la otra puede representar en mi vida».
Francesco Peloso