Ante las nuevas elecciones generales de noviembre
Desde el año 2015 se vuelven a convocar por cuarta vez unas elecciones generales en cuatro años. Desde entonces, ha quedado claro el fin de las mayorías absolutas de nuestro sistema parlamentario y que las legislaturas no finalizan el mandato de cuatro años para el que son elegidas.
Asistimos nuevamente a una mercantilización de la política donde los intereses personales y de partido están por encima del bien común. Hemos comprobado cómo las negociaciones postelectorales, de espaldas al electorado, no dejan de ser un mercadeo corrupto de la “voluntad popular” expresada en las urnas. Es una forma de corrupción donde el poder en nuestras instituciones políticas ya no depende de los votos, sino de lo que negocien los votados con sus intereses.
Los políticos nos han mandado un mensaje: «O gobierno yo, o no hay Parlamento que valga». Ninguna capacidad de acordar nada a favor del país, ningún sentido de Estado, ninguna sensibilidad por el Pueblo.
Las elecciones del pasado 28 de abril se convocaron por intereses electoralistas del PSOE. El motivo era la ausencia de unos Presupuestos Generales que a día de hoy siguen prorrogados y de los que prácticamente nadie se acuerda. Y ahora nuevos intereses dirigidos por Redondos, Tezanos y compañía nos llevan a una nueva convocatoria electoral sin esperanza de mejorar la situación actual. En este tiempo no ha habido voluntad de diálogo para el bien común. No se trataba sólo de elegir presidente, sino de elegir un gobierno y políticas estables para toda una legislatura, sin vivir bajo la permanente amenaza de la repetición de elecciones.
La sociedad española viene sufriendo una campaña electoral de casi seis meses, un auténtico desgobierno donde cada propuesta iba más orientada al voto del próximo 10 de noviembre que a una voluntad real de acuerdo. Seis meses sin casi actividad parlamentaria y sin diálogos. Nuestros congresistas no han dejado de llenarse los bolsillos y han disfrutado de más de un mes de vacaciones en agosto cuando no habían cumplido sus obligaciones. Ya fue injustificable, en la pasada primavera, realizar dos elecciones separadas por tan solo cuatro semanas. Nuevamente va a ser inexplicable el cobro de nuevas subvenciones electorales para los partidos parlamentarios. Las elecciones no pueden ser un negocio.
¿Se van a comprometer nuestros políticos a expresar, antes de las votaciones del 10 de noviembre, con qué partidos piensan llegar a acuerdos y en qué condiciones? No hay mayorías absolutas y los votantes tienen el derecho a conocer en qué condiciones se van a dar los futuros pactos.
En todo caso, todo apunta por desgracia a que los verdaderos ganadores el próximo mes de noviembre sean la desafección y el desinterés por la política que se traduzca en una enorme abstención. Eso en el mejor de los casos, porque pueden surgir o crecer opciones electorales extremistas que recojan el enorme hartazgo de los votantes y que planteen más problemas que soluciones por el bien común. O que el resultado nos lleve, tras todos estos meses de camino, al mismo punto de partida, algo que no se solucionaría con votar eternamente; eso no tiene nada que ver con la democracia real que reclamamos como protagonismo y autogestión de las personas y la sociedad, sino, una vez más, con formas corruptas de establecer gobiernos.
Al igual que el resto de partidos sin representación parlamentaria, el SAIn vuelve a verse perjudicado por una ley electoral que obliga a una desproporcionada recogida de avales. Por ello trabajamos frente a esta burocracia por una Reforma de la Ley Electoral justa donde el valor del voto sea igual para todos, independientemente de a quién se vote o de dónde se vote. Y para que todos tengan libertad tanto para ser votados como para acceder libremente a las elecciones.
Desde el Partido SAIn no podemos participar de esta injusticia electoral que supone un perjuicio para la democracia y para todas las personas que convivimos en este país. No nos presentaremos a esta convocatoria electoral, pero continuamos nuestros trabajos a favor de quienes más lo necesitan, aunque lamentablemente no centrarán la campaña de ningún partido en las próximas elecciones: los inmigrantes, los parados y desahuciados, y los que sufren cualquier tipo de explotación.
Partido SAIn