Marruecos infrahumano (sobre el «desmantelamiento» los campamentos del monte Gurugú.)

En el Monte Gurugú, situado en territorio marroquí y muy próximo a la frontera con Melilla, viven cientos de inmigrantes subsaharianos. Unos, envueltos de esperanza, esperan saltar al otro lado de la valla y olvidar el horror de sus países de origen; otros, la inminente regularización de sus papeles. Y todos quieren lo mismo: sobrevivir. Pero el martes pasado, de madrugada, gendarmes marroquíes detuvieron con violencia a unas 300 personas de los campamentos más numerosos y cercanos a la frontera, la mayoría procedentes de Camerún y Mali, pero también de Costa de Marfil. Acto seguido, los metieron en varios autobuses con destino desconocido, pudiendo haber sido deportados. Marruecos lo ha hecho previo aviso oficial y nadie en la comunidad internacional ha alzado la voz. Mientras, numerosas organizaciones están denunciando una campaña de deportaciones masivas que violan de pleno la legislación internacional.

Entidades como Gadem, PRODEIN y Caminando Fronteras han denunciado la violencia del operativo policial que, además de propinar golpes a los detenidos, procedió a la quema de los campamentos para no dejar ni rastro. Su ropa, sus víveres, sus pertenencias, todo lo que los inmigrantes tenían consigo ha quedado reducido a cenizas. Este modus operandi es especialmente preocupante teniendo en cuenta el número de menores de edad que se encontraban entre los detenidos, según dichas organizaciones, y también mujeres. Gadem asegura y denuncia que estas expulsiones son contrarias a la legislación internacional, y subraya que algunos de los inmigrantes se encuentran “en un proceso de regularización abierto y en instancia de recurso”. Además, alerta de que estos traslados podrían ser el inicio de una campaña de deportaciones masivas “en vuelos no regulares”, lo cual también atentaría contra la normativa internacional.

La alerta de las ONGs por una supuesta oleada de deportaciones no es nueva, teniendo en cuenta que Marruecos ya trasladó a unos 3.300 subsaharianos en 2005 durante un proceso similar, y que el país magrebí colabora -a su manera- con España y la Unión Europea en el sistema de control de fronteras. Una política que, por cierto, es errónea según numerosos expertos, ya que parte de una idea de contención de la inmigración y no de la base, es decir, contribuir a que se apacigüen los conflictos en sus países de origen, como Siria, Mali o Irak, y que no tengan que verse obligados a buscar refugio en otros países. No se trata de abrir fronteras, sino de implicarse activamente para que todo el mundo pueda vivir en condiciones en cualquier país.

Tal es la actitud en Europa en torno a la inmigración que el vicepresidente primero de Melilla, Miguel Marín, ha aplaudido el operativo de los gendarmes marroquíes, agradeciendo a Marruecos su “colaboración” porque “sufrimos este problema en primera persona”.

¿Dónde están los inmigrantes detenidos en el Monte Gurugú? ¿Quedará esta información en un segundo plano? Y, quizás la pregunta más importante: ¿Sabemos abordar la inmigración en Europa?
Por CLÁUDIA MORÁN . 20 minutos