Los migrantes, mi casa, mi gobierno y mi sociedad

ArchidonaAumenta el número de pateras que llegan al Sur de España y aumentan con ello las improvisaciones y chapuzas que las administraciones ponen en marcha para acoger de alguna manera a los empobrecidos que llenan a rebosar estas embarcaciones. Se abren pabellones deportivos, se habilitan deprisa y corriendo cárceles pendientes de inaugurar para continuar la interminable carrera del parcheo que en el caso de la cárcel de Archidona alcanza lo ilegal, incumpliendo las sentencias que indican que los CIE no pueden tener carácter penitenciario. Esperamos una respuesta contundente por parte de la Diputación, y por qué no, del Ayuntamiento de la capital, que aprobaron en su día sendas mociones contra la apertura de nuevos CIE en Málaga y provincia. Pareciera que nos negamos a mirar que un mundo en que tiramos alimentos todos los días, vendemos armas al mejor postor y deslocalizamos nuestras fábricas allá donde los costes sean más bajos; no puede traer más consecuencia que la masificación de la miseria.

De un tiempo a esta parte, parece que se ha puesto de moda responder a quienes exigen que se respeten los derechos de los migrantes con la frase; «¿Y tú cuantos vas a meter en tu casa?». A primera vista parece la actualización chusca del bíblico; «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,6). Pero, una vez más, merece la pena analizar un poco.

Lo primero que, a nivel personal debo hacer, es agradecer a quien lo dice que me haga mirarme a mí mismo y acreciente mi autoexigencia a la hora de dar y de darme. Siempre se puede, y por tanto se debe, hacer más. Aunque evidentemente, por eso mismo puedo devolver la interpelación a mi interlocutor, que a poco que mire las etiquetas de su ropa o el lugar de fabricación de sus dispositivos electrónicos, tendrá que olvidar la distinción «aquí-allí» que el siglo pasado borró, seguramente para siempre. Por otro lado, recordaremos también que en los estados modernos, la participación en la vida pública, pagando impuestos, votando etc. da ya derecho a exigir a las autoridades adonde se quiere que vaya destinado ese dinero. Y, asimismo, a exigir también que se destierren de esta misma vida pública las cajas B y los dineros negros. No todos tenemos que construir una escuela si creemos que hacen falta, ni montarnos en una apisonadora si estimamos necesaria una carretera. Pero al tiempo hay que defender que la profundización en la democracia, que también siempre es mejorable, implica un cada vez mayor papel de la sociedad frente al Estado y, a quien me pregunta por «mi casa» le puedo responder que «mi sociedad» tiene ya preparados decenas de pisos -en Málaga hay al menos once- para acoger a los refugiados que, mira por donde, «mi gobierno» haciendo dejación de sus responsabilidades, se retrasa en recibir. Por lo tanto es justo, que esta misma sociedad, exija al gobierno que cumpla su compromiso de acoger, y al mismo tiempo, que se transformen los mecanismos que mantienen un sistema, en el que cada vez más personas se ven obligadas a huir de sus tierras por motivos económicos o políticos.

Jose Manuel Cidre Mascato – Partido Sain Málaga