La primera industria de España tiene esclavas

España camina hacia el liderazgo mundial en turismo y seduce a sus visitantes con sus paisajes, playas, clima y gastronomía que garantizan unas infinitas posibilidades de ocio, aventura y descanso. La cifra anual de turistas ya supera los 82 millones y cada año se bate un nuevo récord. Nuestro país ha recibido en la última década más de 600 millones de viajeros extranjeros y según el Foro Económico Mundial, España tiene el sector turístico más competitivo del mundo.

¿Qué nos hace tan competitivos? Los expertos hablan de las infraestructuras, la seguridad, la sanidad y el patrimonio cultural, pero se olvidan que la principal industria de este país, que ya ocupa el 11,2% del PIB, descansa también sobre las espaldas de mujeres explotadas.

A pesar de ser uno de los sectores menos afectados por la crisis, el sector hotelero ha reducido hasta extremos inéditos los salarios de muchos de sus trabajadores con remuneraciones de hasta tres euros por hora.

Las camareras de pisos, las llamadas Kellys, han visto deterioradas sus condiciones de trabajo por una patronal que ha aprovechado los mecanismos de la crisis para bajar salarios y aumentar las jornadas. Lo han conseguido mediante la externalización a empresas piratas de la tarea imprescindible de la limpieza de las habitaciones. Y estos magos de las ganancias rápidas han ideado la estrategia de evadirse de los convenios provinciales de hostelería para pagar la mitad de lo que deben.

UGT y CC.OO no lo vieron venir y las Kellys han tenido que autoorganizarse por sus propios medios.

Suelen tener unos 15 minutos por habitación y baño, y se supone que al menos tienen que hacer en torno a 40-42 habitaciones al día como media, arrastrando por los pasillos carritos de hasta 100 kilos de peso lo que les provoca una alta siniestralidad por enfermedades músculo-esqueléticas y secuelas de enfermedad mental como el stress y la ansiedad.

Se han llegado a pagar salarios de 2,5 euros por habitación limpiada en hoteles de cinco estrellas por las que el cliente ha podido llegar a pagar hasta 300 euros. Es hora de decir basta.

En el SAIn nos hemos manifestado siempre en contra de las subcontrataciones fraudulentas y exigimos la igualdad real de todos los trabajadores. Un sector con altísimas ganancias como el turístico no puede seguir actuando de forma tan mafiosa contra sus trabajadoras.