La industria militar y de seguridad europea se beneficia de las dos partes de la tragedia de los refugiados. Suministra armas y otros equipos que alimentan los conflictos, violaciones de los derechos humanos y la represión en las partes del mundo de donde viene la mayoría de los refugiados, y vende equipos de seguridad y control de fronteras para mantenerlos fuera de la UE.
Algunos de los productores de armas más grandes de Europa, en particular Airbus, Finmeccanica y Thales, son ejemplos destacados de este cínico negocio. Un intenso cabildeo realizado por estas compañías y otras, incluyendo a Indra y Safran, les ha proporcionado una influyente voz en el desarrollo de las políticas de la UE sobre la inmigración, centrándose en la seguridad fronteriza y el control de fronteras, y la financiación vinculada a estos campos. En consecuencia, se han beneficiado de los lucrativos contratos que han resultado de la creciente militarización de las fronteras de Europa.
La UE ignora su papel en la creación y mantenimiento de un sistema económico mundial injusto y el papel de su política exterior, así como sus prominentes comerciantes de armas en el fomento de los conflictos y la represión. Su principal respuesta a la reciente tragedia de los refugiados ha sido invertir en la seguridad de la frontera con la participación de más militares. La floreciente industria militar y de seguridad de Europa, todavía impulsada por la guerra contra el terrorismo, ha estado muy satisfecha de sacar provecho. Y con amarga ironía, los beneficiarios además han incluido a las mismas empresas que forman parte del problema, las que venden armas y equipos de seguridad a Oriente Medio y el Norte de África.
Las personas que padecen este fraude son las personas refugiadas que sufren las terribles consecuencias de estas políticas y prácticas. Se las detiene en las fronteras, obligándolas a permanecer en inhumanas circunstancias en los países de tránsito, a volver a situaciones aún más difíciles en sus países de origen o a probar rutas más peligrosas para encontrar su camino de entrada a Europa. Mientras que a algunos refugiados se les conceden permisos de residencia y la posibilidad de construir un futuro seguro, un gran número termina en condiciones terribles en los países de tránsito, muertos en el Mediterráneo, en un estado permanente de ilegalidad (sufren la inseguridad y la explotación), o se enfrentan a detenciones y deportaciones.
La UE ha sido severamente criticada por su política de seguridad de fronteras, y en especial por su creciente militarización, por parte de Naciones Unidas y organizaciones de derechos humanos y de apoyo a las personas refugiadas. Su trato a los refugiados viola los derechos humanos, incluido el derecho fundamental a buscar asilo, y es contrario al derecho internacional. Sin embargo, sigue avanzando en este violento e inhumano camino.
La UE tiene que cambiar su rumbo y poner la vida y los derechos fundamentales de los refugiados en primer lugar. Necesita reconocer su parte de responsabilidad en la generación de las causas que provocan las migraciones. Pasos importantes en este contexto serían establecer y mantener un embargo de venta de armas a Oriente Medio y al Norte de África y poner fin a la participación militar en esta región, con un cambio del enfoque hacia la diplomacia, el apoyo a las fuerzas de oposición democrática, la prevención de conflictos y su resolución. El dinero gastado en realzar las paredes de la Fortaleza Europa, que sirven principalmente para dar beneficios económicos a las empresas militares y de seguridad, podría ser más bien invertido en esfuerzos en este campo.
Los refugiados que tratan de encontrar seguridad y un futuro habitable deben ser bienvenidos en la UE y encontrar ayuda. La UE necesita establecer rutas seguras en lugar de obligar a las personas migrantes a emprender peligrosos viajes para evitar la seguridad de fronteras. El aumento y la militarización de la seguridad fronteriza se tienen que detener e invertir, así como la presión sobre los terceros países para funcionar como fronteras de avanzada de Europa. En lugar de escuchar a los grupos de la industria militar y de seguridad que hacen lobby sobre proyectos de seguridad de frontera cada vez más monstruosos, la UE tiene que cumplir con sus obligaciones de derechos humanos y de derecho internacional y proporcionar a los refugiados el apoyo que necesitan.
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