La esclavitud infantil forma parte del sistema económico imperialista. La explotación de niños y jóvenes, que forman el grupo laboral más vulnerable y desprotegido, se ha convertido en un instrumento de la guerra comercial internacional.
Los niños esclavos, que no cesan de aumentar, son fundamentales en el perverso modelo económico actual; pero, sin embargo, no existen. Conocemos los menores detalles de la vida de los grandes de la tierra (políticos, banqueros, artistas y deportistas millonarios…), pero apenas nadie habla de la vida y de las luchas de los millones de niños esclavos soporte de la actual sociedad de consumo. Ni siquiera en la ola de movilizaciones sociales actuales existe alguna que hable de los niños esclavos.
Los niños son más rentables. Por eso en todos los países la esclavitud infantil convive con el paro adulto. La organización de la economía mundial se asienta sobre la explotación del trabajo humano en beneficio de unos pocos. Paro y esclavitud infantil son un negocio.
La propaganda del imperialismo, repetida infinidad de veces por muchos economistas, nos quiere convencer de que en la sociedad de la información la producción no es importante. Afirman que su valor es ínfimo comparado con el valor que tiene la investigación, el desarrollo y la comercialización. En la telefonía móvil, el valor más importante; nos dicen, es la idea, el desarrollo tecnológico… y posteriormente la propaganda y la distribución. Sin embargo los smartphone hay que fabricarlos.
La paradoja es que cada vez se consume más, con lo que aumenta la producción de bienes de consumo. En unas sociedades enriquecidas donde se consume más y más rápido, cada vez se deshecha más y más pronto, por lo que los productos tienen que aumentar. ¡Es mentira que la producción en la actual economía de mercado esté perdiendo valor! Es de necios confundir valor y precio. La producción aumenta en el mundo. Lo que no ha cesado de bajar, y condena a los productores al hambre y a la esclavitud, es el precio.
El precio de producción de gran parte de los bienes de consumo es tan ridículo porque se hace a lomos de niños esclavos. Para la telefonía móvil, gran parte de los que extraen coltán en las minas africanas y los que lo montan en el sureste asiático son niños.
El sindicalismo de los países enriquecidos ha traicionado el internacionalismo que un día le caracterizó: por eso no lucha contra la esclavitud infantil. Por eso el paro y la explotación laboral aumentan.