El cardenal Paulo Evaristo Arns murió ayer a los 95 años después de toda una vida dedicada a la defensa de los derechos humanos que le llevó a denunciar las torturas durante la dictadura que rigió en Brasil durante dos décadas.
El prelado solía hablar de los valores democráticos durante la misa, daba refugio a activistas en sus iglesias y dirigió una campaña nacional contra la tortura.
Arns estuvo siempre atento a la voz de su tiempo, y militó en las filas de los que prefieren apostar por la esperanza que por el pesimismo.