Cuando digo “nacionalismo” me refiero antes que nada al hábito de suponer que los seres humanos pueden ser clasificados como insectos y que masas enteras de millones o decenas de millones de personas pueden confiadamente etiquetarse como “buenas” o “malas”. Pero, en segundo lugar—y esto es mucho más importante—, me refiero al hábito de identificarse con una sola nación o entidad, situando a ésta por encima del bien y del mal y negando que exista cualquier otro deber que no sea favorecer sus intereses.
GEORGE ORWELL, Notas sobre el Nacionalismo (1945)