Del derecho a decidir tramposo a la solidaridad de los pueblos sin banderas ni fronteras
Los partidos nacionalistas de Cataluña han convocado una consulta con una extraña pregunta tras la insistente campaña del España nos roba. Todo el mundo se ha enterado de que, en efecto, Cataluña estaba siendo saqueada. Pero no era España quien robaba, sino que desde las entrañas del entramado catalanista se ha instalado un entramado de corrupción que ni la brutal propaganda de la burocracia catalana ha sido capaz de tapar.
El llamado derecho a decidir no es más que un intento de las élites catalanas de seguir acaparando el poder. No les importa que ello suponga empobrecer a muchos catalanes y españoles. Parece ser que no les da vergüenza proclamar a los cuatro vientos la insolidaridad que implica crear una nueva frontera.
A la élite que se ha creído dueña de Cataluña nada de esto le importa. Lo llaman democracia, pero controlan y manejan los hilos del poder impidiendo el protagonismo de la sociedad. En pocos sitios como en Cataluña han logrado tejer una red corporativa tan fuerte a costa del desarrollo del pueblo.
¿Será porque los jueces les pisan los talones y chantajean en búsqueda de impunidad?; ¿será por el miedo a que los Pérez y García (apellidos mayoritarios en Cataluña) empiecen a cansarse de que unos caciques traten a Cataluña como su finca particular?
Es la hora de la Solidaridad. Salvador Seguí, un gran sindicalista catalán asesinado por la casta patronal de los años veinte, dijo en Madrid que los que roban en Cataluña son los mismos que los que roban en Madrid y, por ello, planteó la solidaridad. Pasemos del derecho a decidir tramposo y confuso a la solidaridad de los pueblos sin banderas ni fronteras.