Llegados al término marcado por los famosos Objetivos del Milenio y sus valoraciones finales, quizá pueda consolarnos la estadística de la raquítica reducción del número de hambrientos en el mundo. Pero no podemos perder de vista que su obligación es erradicar el hambre y a eso se han comprometido los organismos internacionales, como la FAO o la OMS. Estos mismos organismos afirman que la agricultura mundial podría alimentar a 12.000 millones de personas, casi el doble de la población actual. Mientras tanto, un tercio de los alimentos producidos para consumo humano se pierde o desperdicia, unos 1.300 millones de toneladas al año.
En la nueva “izquierda” oficial, que supuestamente se ha renovado con nuevas siglas, caras y discursos, seguimos viendo la ausencia de los últimos: los hambrientos. Por eso ahora más que nunca es necesario el SAIn.