Los partidos nacionalistas de Cataluña han convocado una consulta con una extraña pregunta tras la insistente campaña del España nos roba. Y, efectivamente, todo el mundo se ha enterado de que, en efecto, Cataluña estaba siendo saqueada. Pero no era España quien robaba, sino que desde las entrañas del entramado catalanista se ha instalado un entramado de corrupción que ni la brutal propaganda de la burocracia catalana ha sido capaz de tapar.
El llamado derecho a decidir, además de expulsar de la capacidad de decidir a la mayoría de afectados por el referéndum, no es más que un intento de las élites catalanas de seguir acaparando beneficios, posición social y monopolio del poder. No les importa que ello suponga empobrecer a muchos catalanes y españoles. Tampoco reparan en el empobrecimiento cultural que implica todo proceso de secesión que necesita de la falsificación histórica para inventarse una nueva historia. Parece ser que no les da vergüenza proclamar a los cuatro vientos la insolidaridad que implica crear una nueva frontera que divida y clasifique a las personas.
A la élite que se ha creído dueña de Cataluña nada de esto le importa. Sus intereses están por encima de todo. Lo llaman democracia, pero controlan y manejan los hilos del poder impidiendo el protagonismo de la sociedad. En pocos sitios como en Cataluña estas familias han logrado tejer una red corporativa tan fuerte a costa del desarrollo del pueblo. Con los hilos del poder en sus manos han considerado oportuno dar un paso más ¿definitivo? en consolidar su poder.
¿Será porque los jueces les pisan los talones y ellos chantajean en búsqueda de impunidad?; ¿será porque la red clientelista corrupta del 3% se agotaba?; ¿será por el miedo a que los Pérez y García (apellidos mayoritarios en Cataluña) empiecen a cansarse de que unos caciques traten a Cataluña como su finca particular?
No es tiempo de negociar con los Corleone. Es la hora de la Solidaridad. Salvador Seguí, un gran sindicalista catalán asesinado por la casta patronal de los años veinte, dijo en Madrid que los que roban en Cataluña son los mismos que los que roban en Madrid y, por ello, planteó la solidaridad. Pasemos del derecho a decidir tramposo y confuso a la solidaridad de los pueblos sin banderas ni fronteras.
Ahora que Artur Mas ha anunciado que no se celebrará la consulta tendremos que aguantar otra ola de victimismo nacionalista. Esto es lo que pasa cuando se reivindican supuestos derechos desvinculados de los deberes, el de la solidaridad en primer lugar.