Cuanto más paro y precariedad, más sindicalismo burocrático

SindicalismoEl sindicalismo fue la respuesta militante del mundo del trabajo ante la agresión capitalista. De aquel sindicalismo militante que pretendió transformar el mundo se pasó al sindicalismo economicista cuyo eje estratégico fue el de la negociación. Hoy asistimos a una nueva etapa del sindicalismo: la del sindicalismo burocrático que hace de la concertación su razón de vivir.

Los resultados de la concertación están a la vista de todos. Por un lado el índice de paro juvenil español es superior al 40%, en algunas comunidades autónomas ronda el 50%, y las consecuencias sociales y familiares de estas cifras lastrarán gravemente el futuro de nuestro país; más de 1,3 millones de familias en España tienen a todos sus miembros en paro; se usa a los trabajadores inmigrantes como mano de obra barata y se han convertido en una enorme bolsa de población vulnerable sin prácticamente derechos, ni laborales ni políticos.

Fruto de la concertación, España tiene la tasa más alta de temporalidad en el empleo de la Unión Europea. El escaso número de contratos indefinidos que se firman en nuestro país lo son subvencionados para los empresarios y con derechos recortados para los trabajadores.

El abandono de la militancia por los sindicatos les ha hecho abandonarse a la subvención estatal. Su garantía de supervivencia ya no está en las aportaciones de sus afiliados, sino en el reconocimiento institucional por parte del Estado. Ello ha provocado la amputación de su capacidad transformadora. ¿Qué podemos esperar de una organizaciones que no son capaces de financiarse a ellas mismas?

La concertación provoca el espejismo de creer que se participa en el proceso de toma de decisiones de políticas públicas. Nuestros sindicatos han vivido la ilusión de creerse importantes frente al Estado y la patronal pero los datos nos prueban la magnitud del engaño. El sindicalismo de hoy solo sirve a los núcleos privilegiados de trabajadores en grandes empresas con empleo estable y funcionarios.

A nivel internacional ocurre algo similar. La estrategia de la concertación tripartita, en la que patronal y Estados comparten intereses, ha convertido al sindicalismo tradicional en algo inoperativo. Las migraciones masivas en busca de trabajo y la generalización de la pobreza de los trabajadores de los países empobrecidos son prueba de ello.

Es la hora de recuperar e impulsar el asociacionismo militante y solidario de los trabajadores del mundo. Hay que dar voz a aquellas experiencias que recuperan la dignidad del trabajo en el mundo y que llenan el vacío que ha provocado el sindicalismo de los acomodados.