Algo más de un centenar de subsaharianos logró cruzar prácticamente andando el espigón de Benzú aprovechando la marea baja. Hubo 40 heridos, de ellos los más graves 7, con traumatismos craneales al caer desde la valla. Marruecos interceptó a otro centenar.
Las concertinas colocadas por Marruecos en la parte de su valla dejaron importantes marcas en la piel de quienes integraron uno de los grupos más numerosos detectados hasta el momento. Al otro lado de la valla quedaban también heridos, de los que se hacía cargo Marruecos.
Una vez que los subsaharianos, todos varones a excepción de una única mujer, llegaron a la playa decidieron quedarse sobre las rocas, no moverse de allí, todos reunidos en grupo, formando un bloque. ¿Por qué esta actitud? Temían que las fuerzas de seguridad los detuvieran y devolvieran al vecino país. Lo temían porque no es la primera vez que ha ocurrido y en este mismo escenario. Así que la postura que decidieron adoptar era esa: no moverse, quedarse en las rocas y comprobar cómo reaccionaban las decenas de guardias civiles y policías nacionales que tenían delante. Unos frente a otros, cruce de miradas, cruce de papeles, roles opuestos sobre un mismo lugar, la que llaman frontera sur de Europa, aunque la UE parece haberse olvidado de ella hace demasiado tiempo.
«Boza, boza», gritaban. Es la expresión que refleja el logro, la consecución de la meta, la explosión de las emociones desde de meses e incluso años ‘invertidos’ en un solo fin: llegar a Europa.
En estas imágenes se aprecia el momento justo del intento de entrada, cuando al principio los inmigrantes quieren trepar por la valla pero luego, al comprobar que es más fácil bordear el espigón, lo cruzan prácticamente andando.
Fuente: El Faro