No una izquierda enfangada en procesos internos, en peleas de poder, en preparación de congresos y secretarios generales. Sí una izquierda volcada en el trabajo para remover las estructuras que obstaculizan el protagonismo de las personas y de los pueblos.
No una izquierda defensora de las clases medias, los trabajadores fijos, los funcionarios… Sí una izquierda formada por los parados, los precarios, los explotados, los empobrecidos por un sistema económico salvaje.
No una izquierda que trate de contemporizar con los nacionalismos de distinto tipo, intentando mantener un falso equilibrio interno para no perder votos de aquí y de allí. Sí una izquierda que trabaje por la emancipación de los pueblos, que no vendrá nunca de la mano del nacionalismo, sino del internacionalismo que abrazaron los obreros a finales del siglo XIX y principios del XX.
No una izquierda estatalista y burocrática, que ahogue con normativas, reglamentos, y papeleos las iniciativas de la sociedad. Sí una izquierda que promueva el desarrollo de las personas y de la sociedad, su libertad y responsabilidad.
No una izquierda sectaria que juzgue otras realidades políticas, sociales, religiosas… como inferiores y por tanto merecedoras de ser combatidas. Sí una izquierda que respeta otras ideologías y confesiones, que trata de buscar puntos de encuentro donde sea posible.
No una izquierda formada por líderes y dirigentes que aplastan a los que no piensan igual que ellos y que se rodean de aduladores. Sí una izquierda que desarrolle la democracia real en el seno de sus organizaciones, que no evite la autocrítica, imprescindible para el avance democrático.
No una izquierda en manos de banca, constructoras, empresas energéticas o de telecomunicaciones. No una izquierda que contemporice y sea servil con los que generan tanta explotación en otros países. Sí una izquierda que sea independiente de poderes económicos (nacionales o internacionales) para poder servir a los empobrecidos.
No una izquierda “para” los pobres, que mire a los débiles desde un pedestal, sin dejarlos tomar ninguna decisión, porque “no saben”. Sí una izquierda “de” los pobres, “con” los pobres y “para” los pobres, que comparta su vida y sus luchas.
El Partido SAIn trabaja para impulsar la izquierda que hoy necesita nuestro mundo. ¡Colabora con nosotros!
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