Tras estos dos procesos electorales en abril y mayo, la presencia y poder del nacionalismo es una realidad creciente y destinada a marcar la agenda política del país en los próximos años. El nacionalismo como sujeto político está presente en las zonas más enriquecidas del país; pero su atracción arrastra al resto de las fuerzas políticas y a la sociedad. Parece que triunfa concebir la acción política como interés propio exclusivo y excluyente.
Se confirma la política de bloques con la atomización de partidos lo que implica el fi n de las mayorías absolutas con el diálogo como elemento esencial. El bipartidismo no ha vuelto. Pero la política de bloques parece que extremará las posturas; todo dependerá de cómo se digieran los resultados. PSOE y PP han cambiado sus papeles en lo que se refiere a la realidad contundente del triunfo y del fracaso.
Podemos ha tenido un recorrido corto en cinco años; de ser el movimiento de la gente ha pasado a crear, más bien recrear, una estructura partidista. Mucho se habla del chalet como signo de un cambio; pero más bien el proceso ha acontecido en el ámbito de la reinstitucionalización de una estructura política jerarquizada y dirigista que ya existía en la oferta parlamentaria. Si a eso unimos que sus votantes más desfavorecidos, han percibido claramente su abandono en favor de la clase media y de los funcionarios indignados, su futuro no puede ser más oscuro.
Si en el ámbito de la izquierda, se montó una disidencia desde dentro, en el ámbito de la derecha se ha hecho lo mismo. Igual que los medios afines blanquearon a Podemos, otros tantos medios afines están tratando de blanquear a Vox, pese a su apuesta por mentiras populistas contra la solidaridad.
Ciudadanos no da el “sorpasso” como no lo dio Podemos; pero quiere pisar moqueta con mando en plaza no sea que se les pase el arroz. Su planteamiento ultralibreral, auspiciado por ser la apuesta del IBEX, convierte su juego en un tablero contra la solidaridad con propuestas que combaten abiertamente la dignidad de los empobrecidos; parece que su color representativo anuncia que trasladan una peligrosa mercancía en su interior.
La campaña del SAIn ha puesto en el primer plano precisamente las cuestiones que creemos clave para construir una Europa auténticamente solidaria, lo que afecta a las personas que más sufren: los hambrientos, los trabajadores precarios, los inmigrantes y refugiados… Y vemos que va a seguir siendo necesario que haya ciudadanos e instituciones políticas como este partido que traten de poner sentido común, es decir, sentido por el bien común en estas cuestiones.
Seguiremos apostando por una sociedad solidaria y autogestionaria, a través de una herramienta política no autoritaria. Desde el SAIn revisaremos cómo conseguir que esta actitud de servicio en la vida política siga creciendo y ganando peso y contundencia.