Es conveniente recordar el origen de esta conmemoración, que se inició en 1981 en Iberoamérica y a la que se sumó la ONU en 1999. Un 25 de noviembre de 1960 se hallaron los cuerpos de las hermanas Mirabal, asesinadas en la República Dominicana por su fuerte oposición a la dictadura de Leónidas Trujillo; eran conocidas como Las Mariposas, nombre con el que una de ellas, Minerva se identificaba en las relaciones políticas. Fueron encarceladas, violadas y torturadas en varias ocasiones, aunque tanto ellas como sus maridos continuaron en su lucha por terminar con la dictadura. Como recuerda Minou Távarez, hija de Minerva y sobrina de las otras dos, ““El tema se ha introducido en los discursos como lo políticamente correcto, pero al mismo tiempo puedes apreciar la indiferencia con la que los mismos actores que pronuncian discursos contra la violencia de género, por la igualdad y no discriminación, cada 25 de noviembre u 8 de marzo no creen en lo que están diciendo; no tienen ningún compromiso. Sólo un día no sirve. Tienen que ser todos”.
Como hoy también nos recuerdan algunas asociaciones: “Por nuestro trabajo cotidiano, como mujeres de los sectores más postergados de nuestro pueblo, sabemos que las situaciones de violencia no se restringen al ámbito doméstico y a las relaciones intrafamiliares. Incluye el ámbito laboral, educativo, territorial, habitacional, entre otras cuestiones”.
La violencia y la violencia de género son cuestiones políticas de primer orden que afectan fundamentalmente a los más empobrecidos y eso es algo que no podemos perder de vista en ningún momento.
Ana Sánchez