El último informe de Cáritas Burgos refleja los cambios sociales que está produciendo este sistema económico en nuestra sociedad: trabajadores pobres, mayores descartados, pobreza heredada… Es más necesaria que nunca una respuesta política que vaya a las causas y se ponga al servicio de los últimos.
La pobreza se «hereda» en la «generación de la crisis»
E.C.B. 1/06/2016
Las conclusiones que se desprenden del trabajo diario de Cáritas en Burgos dejan poco que celebrar al echar la vista atrás y realizar un balance del último año. Los datos con los que trabaja Cáritas se desmarcan de otros indicadores que colocan a la economía en la tan anunciada senda de la recuperación. Y es que aunque en teoría la tempestad amaine, los estragos que ha provocado son de tal calado que, si no se remedia, serán irreparables.
En ese sentido pueden interpretarse las cifras anuales de la organización diocesana, que lamenta la fragilidad y la desigualdad de una nueva realidad social en la que la pobreza «se extiende y se hereda». Este llamativo ‘concepto’ tiene sencilla explicación: los hijos de las familias más azotadas por la recesión crecen y se independizan en la misma situación. «Y cuando forman su familia también vienen a pedirnos ayuda», explicaba ayer María Gutiérrez, coordinadora de Acción Social de la entidad en la provincia.
Así, existe hoy toda una «generación de la crisis» integrada por «jóvenes sin expectativas de futuro».
Y tal panorama tiene su reflejo en la labor de Cáritas que, en conjunto, aumentaba en 2015 un 21%, hasta alcanzar las 68.010 intervenciones con 13.278 personas de 7.000 familias. Si bien es cierto que este incremento no es equiparable al de casos individuales, pues es frecuente que pasen por varios recursos, sí indica que «se necesita cada vez más ayuda en distintos niveles al tratarse de situaciones cronificadas», explicó Gutiérrez.
Del total de expedientes en activo «un 20% son nuevos», lo que se vincula al citado auge de la pobreza «heredada».
A este colectivo se añade otro, el de desempleados mayores de 50 años, especialmente afectado por la ausencia de oportunidades. «Se está produciendo de facto un desahucio social» de estas personas, prácticamente «descartadas». De nuevo la estadística lo corrobora. Un 25% de los beneficiarios del año pasado superaba esta edad.
En relación con la nacionalidad de las familias que acudían a pedir apoyo a esta entidad se mantiene la tendencia al alza de la población española registrada ya en ejercicios anteriores. Del total de 2015, el 53% eran ‘locales’ y el 16% extranjeros comunitarios.
Más allá de los perfiles, el desempleo se revela como la causa principal de exclusión social. El 65% de los atendidos por Cáritas en 2015 estaban en el paro.
A ellos se suma un 21% integrado por quienes teniendo «algún ingreso derivado de un empleo» necesitan ayuda para subsistir. Este dato, según la organización, pone de manifiesto que «el crecimiento económico no se traduce en desarrollo social pues los puestos que se crean son precarios».
Al listado de preocupaciones se añade el fracaso escolar, por ser la carencia de formación un factor determinante en la exclusión -el 62% de los atendidos no superan la educación elemental- y el aislamiento, más aún en una provincia con tantos núcleos rurales pequeños.
En términos generales, la coordinador a de Acción Social cree que «hay un fuerte desánimo y esa desesperanza complica nuestro trabajo».
Hecho el diagnóstico, la memoria de actividad señala dos caminos. El primero, el que Cáritas ya ha iniciado, con mejoras implementadas a partir de la nueva realidad detectada. En este ‘capítulo’, Jorge Simón, subrayó la apuesta decidida por generar empleo, «convencidos de que es la forma más natural de integración y conscientes de nuestras limitaciones», añadía, para enumerar proyectos como el servicio de colocación, la empresa Embico -catering y reciclaje textil- o las iniciativas de formación y capacitación profesional.
Además, en 2015 se elevaron los recursos destinados a trabajar en el medio rural, «con más puntos de acogida y nuevas experiencias de animación comunitaria».
La otra vía abierta es la reivindicativa. Esa que a partir de la experiencia cotidiana lleva a Cáritas a solicitar a las administraciones medidas como «una renta mínima digna y equitativa», «una asistencia sanitaria universal y gratuita que tenga en cuenta especialmente a la población emigrante y a las personas con problemas de salud mental», «políticas en materia de vivienda que garanticen el acceso a personas en situación de exclusión», «un nuevo modelo económico en el que las personas sean el centro» y «un sistema fiscal más justo», detalló Gutiérrez.
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