¿CÓMO PUEDES AFILIARTE AL PARTIDO SAIN?
Dos opciones:
- Es el miembro de pleno derecho del partido.
- Debe presentar su hoja de Afiliación con el aval de tres militante del partido.
- Tiene deber de asumir y trabajar responsablemente en la ejecución de los acuerdos tomados por las asambleas del partido.
- Tiene deber de defender al partido en cualquier ámbito en el que desarrolle su acción política.
- Tiene deber de cotizar.
- Tiene derecho a recibir toda la información necesaria para las deliberaciones.
- Tiene derecho a expresar su opinión en los diferentes ámbitos orgánicos del partido.
- Tiene derecho a decidir, en asamblea o pleno, todas las cuestiones relativas a la marcha y organización del partido.
- Simpatiza con el programa político del partido SAIn y sus principios.
- Debe presentar su hoja de Afiliación con el aval de un militante del partido.
- No forma parte activa de los ámbitos de decisión comunes (asambleas y plenos) aunque podrá asistir con voz (pudiendo intervenir sólo una vez por tema) y sin voto a estas reuniones.
- No estará sujeto a una cuota periódica, si bien puede hacer las aportaciones mediante una cuota opcional.
- Puede ser afiliado militante posteriormente si así lo desea.
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Solidaridad y Autogestión Internacionalista se constituye como partido político con tres objetivos prioritarios:
• Acabar con el hambre que padece más del 80% de la humanidad.
• Acabar con el paro y la precariedad laboral que afecta a más de 1.600 millones de personas.
• Acabar con la esclavitud infantil que condena a más de 400 millones de niños.
Nuestra acción política moral se basa en estos principios:
Nuestra acción política moral se basa en estos principios:
La mejor definición que encontramos para la palabra “solidaridad” es compartir hasta lo necesario para vivir. Este compartir tiene una dimensión personal pero también institucional. Institucionalmente la solidaridad supone poner a los más débiles y empobrecidos como nuestro referente permanente. Sólo desde esta mirada podremos construir una sociedad justa para todos.
Entendemos la solidaridad como aquella actitud de la vida de las personas y de los pueblos en la que siempre se priorizan las necesidades de los más débiles. La solidaridad es la determinación firme y perseverante de empeñarse por la Justicia, por el bien de todos y cada uno. Para que los enriquecidos podamos ser solidarios debemos conocer las luchas de los más débiles, de los empobrecidos. Debemos conocer sus problemas, vivir su vida y compartir su lucha.
La solidaridad convierte a la “política” en una de las actividades más nobles de la naturaleza humana. El político debe ser fundamentalmente solidario. Un político solidario nunca pondrá sus propios intereses o los de su partido por encima del bien común. En consecuencia, pensamos que no se puede tener el sueldo que tienen los políticos en España. Un político que viva la solidaridad perderá gran parte del sueldo por el camino, como ejemplificó con su vida Giorgio Lapira siendo alcalde de Florencia. Y es que la solidaridad está sembrada en el corazón del hombre.
A lo largo de la historia, son muchos los hechos que nos demuestran la vivencia de la solidaridad. En la historia perdura, sobre todo, lo que construye solidaridad. El patrimonio del movimiento obrero fue la solidaridad. La concreción institucional de esta solidaridad era la asociación.
“Asociación o muerte” gritaban los obreros de diversas asociaciones, de trabajadores unidos en la primera huelga general de Barcelona (1850).
La solidaridad es revolución. Y la revolución es un cambio total de mentalidad y estructuras desde la no violencia. Hoy nos gobiernan un gran número de leyes que están en contra de la dignidad de las personas, como las que retienen a inmigrantes sin papeles en cárceles, o permiten el desahucio de la vivienda a familias enteras, o trabajar 12 horas al día por 600 € al mes. La solidaridad no puede hacerse ni desde la buena vida, ni desde estructuras estatales burocratizadas. La realidad española de nuestros días hace que la vivencia de la solidaridad, que un tiempo fue fruto de la experiencia y la necesidad, haya que buscarla.
Uno de los objetivos que el partido se propone desde su nacimiento es el de una transformación solidaria de la sociedad. Para ello creemos que es indispensable construir una sociedad autogestionaria. Se plantea la Autogestión como el segundo principio orientador de la acción del SAIn, precedido de la Solidaridad y seguido por el Internacionalismo. La solidaridad exige la sociedad autogestionaria, ya que la solidaridad sin igualdad no es posible. Y esto para todos los hombres, para todos los pueblos.
La Autogestión es la plasmación organizativa de la Solidaridad.
No es una idea vaga, un ideal teórico, sino que tiene raíces en la Historia de liberación de los hombres y de los pueblos sometidos a la pobreza, la marginación y excluidos por el poder establecido. La autogestión en el plano histórico es de hecho una actitud cultural permanente de los excluidos a lo largo de la historia. Es necesario vertebrar la sociedad en asociaciones con carácter decisorio y que se responsabilicen de los asuntos colectivos.
Con los medios técnicos con los que contamos en la actualidad creemos que es posible la democracia directa sobre los asuntos de la vida pública.
La verdadera democracia es igual a autogestión. Definimos autogestión como equivalente a democracia, entendida ésta como la definieron los griegos: “poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Entendemos el pueblo como lo ha entendido la historia de liberación de los empobrecidos, es decir, como la comunidad de los excluidos en la sociedad. Lo que parece evidente es que la vida económica, política y cultural del ser humano hoy día no está protagonizada por las propias personas, sino por instituciones (económicas y políticas sobre todo) que se imponen. La autogestión persigue que el hombre protagonice su vida personal y colectivamente. Según la experiencia histórica de los que la han intentado poner en práctica la autogestión rechaza los principios de autoridad, jerarquía y elitisimo como símbolos la sociedad de clases.
Afirmamos además que la autogestión es una nueva y diferente forma de cultura. La autogestión siempre hace referencia a la totalidad de la vida de las personas y de los pueblos, es una forma de dar respuesta a los problemas y realización de las necesidades humanas. Para ello habrá que construir una educación autogestionaria. Para construir una sociedad y un hombre autogestionario hay que construir una nueva forma de cultura.
El partido SAIn nace como el primer partido de la historia política de España que intenta ser autogestionario, que quiere ser socializador, que quiere ser socialista militante. El SAIn propone la utopía frente al posibilismo, la sociedad frente al Estado.
El partido SAIn defiende que los partidos se autofinancien por eso no acepta que estén subvencionados.
El internacionalismo es el principio político que favorece la construcción de comunidades solidarias y que tiene su raíz en la igualdad de todos los seres humanos en su dignidad. En el partido SAIn afirmamos que en una sociedad globalizada no ser internacionalista es ser antihistórico.
Los nacionalismos son insolidarios porque dividen a los empobrecidos. Han provocado millones de víctimas a lo largo de siglo y medio de su existencia. Guerras, terrorismo, exclusión o genocidios se han sucedido en toda la geografía mundial por causa del mismo. No es moralmente aceptable ninguna concepción para la cual la nación, el estado o las relaciones entre ambos se pongan por encima de la vida de cualquier persona, del bien común y de la justa distribución de los bienes entre todos los pueblos de la Tierra, especialmente entre los que más lo necesitan. El mayor ejemplo de internacionalismo solidario en la historia lo encontramos en el movimiento obrero. En 1864, mientras toda Europa vivía la época dorada del nacionalismo, los obreros europeos van a crear en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), la
Internacional; van a poner los problemas sociales y de clase por encima de los problemas de nación. Mientras la burguesía abrazaba con entusiasmo los nacionalismos, los pobres de Europa abrazaron el internacionalismo.
En la actualidad, el mundo globalizado en el que vivimos mantiene una desigualdad escandalosa entre enriquecidos y empobrecidos que se debe a mecanismos de robo a nivel internacional, condenando a millones de personas al hambre. Las empresas transnacionales constituyen el poder real del planeta. Un ejemplo de esto lo tenemos en las TTIP (Asociación Transatlántica de comercio e Inversión), proyecto puesto en marcha en 2013, que pretende proteger las inversiones de estas empresas al margen de la legislación de cada país a costa de la pérdida de laborales, privatización de servicios público, precariedad… y generando mayores condiciones de explotación, marginación y hambre en las poblaciones más pobres.
Todos los problemas humanos, desde los más cercanos en nuestras ciudades (paro, vivienda precaria, soledad…) hasta los más lejanos (hambre, esclavitud…) tienen solución desde la solidaridad, una solidaridad sin fronteras, desde una política que entienda el bien común en su más amplia extensión.
Seguimos trabajando porque un día el internacionalismo obrero se haga realidad y salgamos a la calle en solidaridad con los que están peor que nosotros. Un internacionalismo solidario que fomente las relaciones entre comunidades humanas cada vez más amplias hasta llegar a la comunidad universal.
No hay socialismo sin solidaridad internacional. ¡Ni banderas, ni fronteras!