Se presenta hoy martes a las 19:30 h en el C. Civico San Juan el informe “La prostitución desde la mirada de Cáritas”.
La prostitución suele ser la última de las opciones a las que se recurre ante la dificultad económica, pero sigue siendo una opción. Y mientras no se tomen medidas concretas en ámbitos variados (desde la educación hasta el derecho) seguirá siéndolo y fomentando el tráfico de personas, las más de las veces en situación de vulnerabilidad por causas diversas. Esas son dos de las principales conclusiones del documento ‘La prostitución desde la experiencia y la mirada de Cáritas’, que se presentará esta tarde en el cívico de San Juan y en el que no solo se vuelve a destacar que la crisis ha vuelto a llevar al negocio a mujeres que habín conseguido salir, sino que también se aprecia que hay cierto repunte de españolas que nunca habían ejercido y que ahora no encuentran otra manera de hacer frente a los gastos de la familia.
Hace casi veinte años que Cáritas Diocesana de Burgos y las religiosas Adoratrices pusieron en marcha un programa en este sentido, que con el paso del tiempo adoptó el nombre de Betania. Virginia Mazuela es técnica de intervención social de este proyecto y explica que «vemos que tanto españolas como extranjeras que no habían ejercido han empezado a hacerlo ahora porque no tienen trabajo ni ingresos». Y en este sentido, Mazuela explica que hay quien les dice que el punto de inflexión es la entrada de los hijos en la Universidad, «cuando los gastos aumentan exponencialmente y, si no estudian en Burgos, tienen que pagar mucho dinero». En estos casos y, sobre todo en quienes son españolas, lo habitual es que se inicien en pisos «porque están llevando una doble vida y es una manera de guardar mejor el anonimato», apunta Mazuela.
La experiencia acumulada por las religiosas Adoratrices de Burgos desde 1997 hasta ahora se ha puesto en común con la de expertas de otras delegaciones de Cáritas en el informe de 81 páginas que se presentará esta tarde en el cívico de la calle San Juan. Y aunque el texto analiza sobre todo la realidad del negocio entre 2011 y 2014 en toda España, Mazuela apunta algunos matices más específicos de Burgos. Por ejemplo, que cuando Cáritas y las Adoratrices empezaron a trabajar en este ámbito, la mayoría de las prostitutas eran españolas que ejercían en pisos y en las que solía haber dependencias a diversos tóxicos asociadas. La realidad fue cambiando y empezaron a proliferar «los clubes y pisos relax, que estaban muy asociados al boom económico vinculado a la construcción», dice Mazuela. La demanda creciente se cubría, sobre todo, con extranjeras «brasileñas y rumanas en primer lugar que, a veces sabían a lo que venían y otras no, pero que hacían dinero». Ellas, los propietarios de los clubes y todos los demás agentes que participan del negocio; agentes que, como se destaca en el informe, son muchos y muy variados: «Taxistas, abogados, médicos, vendedores de casi todo, agencias de viajes…».
menos servicios. Ahora, las cosas han cambiado y hay menos presencia de brasileñas y extranjeras en general, «que llegan por goteo y de países con más problemas económicos». Aún así, las mujeres nacidas en otros países siguen siendo mayoría, ya que Mazuela calcula que «la cifra de españolas que vemos nosotras no pasa del 10%, pero es un dato estimativo porque en prostitución no hay cifras reales».
También hay diferencias en cuanto a la dinámica del ejercicio: ahora no se cierran negocios en clubes y lo habitual es que el consumidor de prostitución acuda solo a pisos, en los que es más sencillo mantener cierta privacidad. En cuanto a los servicios, Mazuela explica que si durante el boom hubo quien afirmaba hacer hasta seis al día, ahora hay veces que ni siquira llegan a uno. Ahora no se hace dinero, sino que se subsiste.
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