Pasaron las elecciones y una primera conclusión tras la resolución del puzle poselectoral es que el adoquín clínker de la Plaza Mayor no sólo resulta bastante quebradizo sino que es muy resbaladizo para los que ocupan cargos en el Ayuntamiento. Sólo así se explican los numerosos resbalones por parte de los partidos y concejales electos.
Los mayores resbalones sin duda fueron los del PP de Lacalle y el PSOE de Daniel de la Rosa, que el día de las elecciones se dieron sonoros batacazos. Lacalle por escasos milivotos no quedó desnucado en la puerta del Ayuntamiento. De la Rosa a pesar del evidente resbalón se empeñaba en decir que no, que se había tirado para hacer la gracia, y sus patéticos intentos de quedar de pie como líder de la oposición y alcaldable resultaban bastante cómicos.
Imagina llegó deslizándose impulsado por miles de votos pero justo en la puerta golpeó su hombro en una de las columnas y truncó su entrada triunfal. Pero llegaba deslizándose por la resbaladiza vía por la que había llegado el PSOE. Y dicha vía no había sido suficientemente aclarada ni expuesta antes de las elecciones. Para los que esperaban que un auténtico cambio político suponía empezar por no pactar con PP ni PSOE (“la misma m* es” decían) supuso un gran resbalón dar la sensación de que lo único que importaba era echar a Lacalle. Y entendemos que dados los resultados hubiera intentos de dialogar y tratar de llegar a acuerdos con el resto de fuerzas, pero una vez constatado que la pieza que faltaba, Ciudadanos, no iba a apoyar un tripartito, ¿qué sentido tenía votar de acuerdo con el PSOE?
Y nos queda Ciudadanos, que llegó con sus cuatro concejales bien agarraditos tras un buen resultado, aunque probablemente menor del que esperaban, como en el resto de España. Hay que reconocer que al principio su postura fue bastante esperanzadora. Plantearon algo que sólo el SAIn había planteado claramente antes de las elecciones, una especie de gobierno de concentración. Pero a medida que transcurrieron los días empezaron a resbalar, dejaron de lado sus propios criterios, la política seria y se pasaron al maquiavelismo, a la pura intriga palaciega. Jugando a que el PSOE e Imagina estarían dispuestos a todo con tal de echar a Lacalle, Gloria Bañeres se postula a última hora como alcaldesa negándose a dialogar con sus posibles aliados y concretar condiciones o líneas programáticas. Afortunadamente PSOE e Imagina no aceptan. Incluso una de sus propias concejales, Silvia Álvarez de Eulate reniega de tan fea maniobra. La purga que ha empezado Ciudadanos con la propia Eulate y los afiliados afines a su postura demuestra que estos nuevos partidos son en buena parte una caja con un bonito envoltorio pero vacías de contenido, vacías de militantes. ¿Cómo se casa que Ciudadanos se presente como adalid de la reforma democrática, del sistema electoral, que preconice las listas abiertas y luego siga con las viejas prácticas de exigir a sus cargos la disciplina de voto (dictadura del aparato) sin permitirles discrepar como en este caso? Quizás la central de Cataluña tendría que haber purgado a quienes no han seguido los criterios que se habían marcado, pero ellos sabrán. El electorado no olvida estas incongruencias.
En definitiva, para evitar futuros resbalones y tropezones desde el SAIn de Burgos tenemos claro hay que cambiar urgentemente el clinker de la Plaza Mayor y cambiar las “Bañeres” por platos de ducha.
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