Toda guerra es un negocio sangriento

soli0247Cuenta un aforismo africano que, cuando dos elefantes se pelean, la que acaba pisoteada es la hierba. Eso es lo que sucede en cada una de las decenas de guerras que existen aún hoy en pleno siglo XXI. Podemos reconocer grandes potencias militares en la trastienda de los conflictos con sus intereses encontrados en favor de los cuales apoyan a una u otra facción contendiente. Pero invariablemente es el pueblo llano el que sufre la violencia, el éxodo y todo tipo de atrocidades a consecuencia de la guerra.

En Siria han muerto ya más de 450 mil personas a causa del conflicto y millones han sido desplazadas sufriendo todo tipo de abusos en su ruta hacia Europa. Miles de ellos son víctimas de trata de personas, secuestros, extorsión y violencia para el tráfico de órganos. En el trasfondo de la alianza entre Rusia y el gobierno sirio por un lado y de la cercanía entre EEUU, Turquía y la UE con los grupos opositores sirios por otro están los intereses por el control de la ruta del gas procedente del Golfo Pérsico. A Europa le interesa romper con la dependencia del gas ruso, uno de sus principales suministradores, con todo lo que ello implica y por ello apoyó la construcción de un gasoducto desde Catar, anunciada por su emir en 2009, hacia Turquía. A Rusia no le gusta nada este proyecto que le dejaba fuera del mercado europeo del gas.

[bctt tweet=»La banca gana, el pueblo pierde: Víctimas del negocio de la guerra» username=»PartidoSAIn»]

La lucha por el control de los recursos naturales como el petróleo, el gas, los minerales o el agua dulce es el telón de fondo de gran parte de las guerras que existen en la actualidad. Detrás del dolor, la división y la muerte que siembra en cada pueblo durante décadas una guerra se puede identificar el negocio de la venta de armas (con el Banco Santander y el BBVA a la cabeza de la participación en la industria de armamento), el del saqueo de los recursos naturales y el control de rutas geoestratégicas. Desde el partido SAIn apostamos por una cultura no violenta como único camino eficaz hacia la paz y la solidaridad entre los pueblos.