Sobre el primer pacto mundial sobre migración: ¿conciencia común o papel mojado?

La aprobación del Pacto Mundial sobre Migración aprobado en Marrakech tiene sin duda elementos positivos. Aunque no es un acuerdo vinculante y se reconoce la legitimidad de cada estado a realizar sus propias políticas, ha reconocido varias cosas por boca de Antonio Guterres: Parece que hay que reiterar que el migrante merece protección, independientemente de su situación legal. De entre los 23 grandes objetivos destacan: evitar la separación de las familias, usar la detención de migrantes sólo como última opción o reconocer el derecho de los migrantes irregulares a recibir atención médica y educación en sus países de destino. Además, los Estados firmantes se comprometen a mejorar su cooperación a la hora de salvar vidas de migrantes con misiones de búsqueda y rescate, garantizando que no se perseguirá legalmente a quien les dé apoyo de carácter «exclusivamente humanitario». Asimismo, los gobiernos prometen asegurar un regreso «seguro y digno» a los inmigrantes deportados y no expulsar a quienes se enfrentan a un «riesgo real y previsible» de muerte, tortura u otros tratos inhumanos. Al menos pareciera un reconocimiento de lo mal que se están haciendo las cosas.  Algunos países se han desmarcado del Pacto, tan significativos como: Estados Unidos, Austria, Hungría, Polonia, Estonia, Bulgaria, República Checa, Israel, Australia y República Dominicana.  Es de suponer que es un texto molesto.

Sin embargo, el tema de fondo es si se afrontarán las causas: Empecemos por el título: Pacto por una Migración Segura, Ordenada y Regular… Primero habla de un fenómeno, no de personas. Segundo habla de segura,  ordenada y regular,… cuando las causas de las migraciones son fruto del desorden mundial, de las guerras y conflictos bélicos provocados por los intereses de las grandes potencias (incluida ya China) que ahora firman el Pacto. Y desde luego,  las migraciones actuales nada tienen de regulares porque los mismos estados se han encargado de levantar y militarizar fronteras que se han constituido en espacios de “NO DERECHO”, como denuncia Helena Maleno. Los estados fronterizos no cumplen ni siquiera su propia legislación, ya cicatera con los migrantes: devoluciones en caliente, devoluciones de menores de edad, falta de asistencia sanitaria, agresiones en las vallas, persecución de las personas que ayudan a los migrantes… fruto de esas políticas han muerto muchas personas. Por recordar solo algunas, ahí está el naufragio hace un mes de una patera en la costa gaditana, en el que murieron 17 personas, o los tres afganos que han muerto hace unos días congelados en la frontera entre Turquía y Grecia. Habían logrado pasar al territorio de la UE pero fueron devueltos. No hemos escuchado ninguna condena explícita de los nuevos campos de concentración en nuestras fronteras…. Que se expanden también por el Norte de África. España tiene en suyo en Mauritania pagado con dinero de la cooperación española. En Lesbos existe el infame “campo de refugiados” de Moria… con capacidad para 2000 personas pero que alberga unas 6000. A pesar del recrudecimiento de las rutas debido al Pacto de la vergüenza entre la UE y Turquía, siguen llegando allí unas 100 personas al día. Personas que tendrían que tener un documento de protección internacional instantáneo esperan hasta 8 meses para saber sin tendrán asilo o no. Teniendo en cuenta que los países enriquecidos “necesitamos” la mano de obra inmigrante, estos campos funcionan algo así como “almacenes” de mano de obra. Recordemos que Alemania en la mal llamada crisis de refugiados abrió sus puertas para las 800.000 sirios que necesitaba su economía, contratados muchos de ellos por 1€ la hora. Cuando los obtuvo cerró de nuevos sus puertas.

Pactos de realización dudosa. Por encima de estas medidas que dicen defender la dignidad de las personas, reconocen la legitimidad de los estados a “proteger” sus fronteras. Llamativa ha sido la voz del Estado Vaticano en este sentido, con una aportación activa y muy significativa. Es el único Estado que se ha atrevido a  proclamar que la dignidad de la persona está por encima de la seguridad de las fronteras.

Sólo se llevarán a cabo estas medidas si la sociedad se organiza, y ya lo está haciendo en múltiples lugares, y  se exigen medidas políticas efectivas, que pasa por derogar las leyes y las políticas que pisotean la dignidad de los pobres, que sufren la doble humillación de ser expoliados y ver pisoteada su dignidad cuando acuden en busca del trabajo robado.

Migraciones – Partido SAIn