No es el partido de los pobres ni del pueblo

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El actual proyecto político de la socialdemocracia se basa en un conjunto de recetas antiguas y conservadoras.

Cuando surgieron los partidos socialistas tras la II Guerra Mundial, la socialdemocracia fue capaz de impulsar determinadas reformas que aliviaron la situación de los trabajadores europeos. Hoy donde la crisis azota con más virulencia, la ciudadanía parece empezar a mirar a nuevas fuerzas políticas emergentes.

Podemos nace de esta profunda crisis de la socialdemocracia y apunta a su renovación. El programa económico que presentó con Juan Torres y Vincent Navarro es una socialdemocracia más imaginativa y fresca que la del PSOE e IU. No apunta a ningún cambio radical y lo confía todo al Estado.

El medio sociológico de quienes la componen es fundamentalmente la universidad. La imagen de Pablo Iglesias en la televisión presumiendo de tener muchas matrículas en la carrera y no llegar a mileurista ha provocado la adhesión de muchas personas que están cansadas de ver políticos enriquecidos y cínicos.

No es el partido de los pobres, ni del pueblo. Se definen como el partido de la “gente”, es decir, de la clase media. Su lema es que no son ni de derechas no de izquierdas. Quiere ocupar “la centralidad del tablero” utilizando una metáfora que dibuja la política como un tablero de ajedrez en el que lo importante es ocupar el centro para dominar la partida.

Dicen admirar el capitalismo emprendedor como el de Patricia Botín (Banco de Santander) en quien confían y que también sueña con un país menos desigual. Su referencia es el modelo sueco de bienestar. Aceptan el marco de la Unión Europea y plantean una unión entre los países del Sur de Europa que hagan frente al poderío alemán.

Aceptan cobrar los sueldos millonarios como europarlamentarios y luego donarlos a asociaciones y empresas de su órbita política, no a iniciativas sociales que generen puestos de trabajo (por ejemplo…)

La operación Podemos y Pablo Iglesias, en mayo-junio de 2014 reproduce el lanzamiento del PSOE y Felipe González en 1974-1977. En esos años la prensa, radio y televisión crearon desde prácticamente la nada el partido y el “líder” que las instituciones necesitaban. Hacia 1974 el PSOE (que se había tomado “cuarenta años de vacaciones”, los del franquismo) era insignificante y González un completo desconocido. Hoy el statu quo usa el “anticapitalismo” residual del gueto socialdemócrata verbalmente radicalizado para dotarse de una nueva herramienta política.

Podemos e Iglesias aseguran que serán implacables contra la Troika. El PSOE y Felipe González dijeron que crearían 800.000 nuevos puestos de trabajo, pero ocasionaron varios millones de parados; prometieron“OTAN,de entrada NO”para mejor incorporar a España a esa organización militar; expusieron que pondrían fin a la violencia fascista y crearon el GAL; y así sucesivamente. Hicieron en todo lo importante lo contrario a lo que había ofrecido en su programa. Igualmente en Podemos, en su propio partido, todo el poder lo acumula el Consejo de Coordinación de un puñado de militantes liderado por Pablo Iglesias. El resto de los militantes podrá “decidir” en la Asamblea Ciudadana ¡cada tres años!… Sin democracia real en la base social no puede haber democracia en las instituciones. Quien espere hoy de Podemos un actuar diferente al del PSOE hace tres decenios es que no entiende qué es y cómo funciona la izquierda institucional. Esta, una vez en el gobierno, será quien realice el programa de la Troika, en 5-10 años. Y como en El Gatopardo se trata de “cambiar todo para que nada cambie”.