El holocausto del hambre

Europa: fábrica de esclavos y hambrientos

El hambre es hoy el primer problema político. Y jamás la humanidad ha estado tan expuesta a esta amenaza como ahora.

Las causas del paro o la precariedad en España y Europa son las mismas que llevan al hambre, a la explotación y la esclavitud en los países empobrecidos.

La riqueza de las 3 fortunas más grandes del mundo equivale al PIB de los 48 países más pobres. Hay 190 veces más gasto en armas que en luchar contra el hambre. En nuestro país tenemos 125 banqueros que ganan más de un millón de euros al año.

Cada día mueren por hambre más de 100.000 personas, la mitad niños. Incluso en la enriquecida Europa hay personas que la padecen: como el inmigrante polaco que murió en Sevilla con 30 kilos de peso, o los niños hospitalizados en Alicante por tuberculosis producida por el hambre. Y sin embargo, solo en nuestro país son hasta ocho millones las toneladas de comida que se desechan al año a causa del consumismo y el despilfarro. Tirar comida es como robar de la mesa del pobre.

Pero esta miseria no queremos ver cómo comparte las mismas causas que en los países empobrecidos: se vio cómo las grandes marcas del textil que explotan en nuestro país son las causantes de incendios y derrumbes en Bangladesh con miles de muertos. Los precios de los recursos energéticos y minerales que se producen en África llegan a triplicarse en los últimos diez años.

La inmigración causada por este expolio provoca la vergüenza de miles de asesinados en las costas de Europa, o inmigrantes muertos de sed en el desierto de Níger, y cuando puedan llegar a nuestras fronteras tendrán una valla en Melilla con nuevas cuchillas capaces de causar heridas y mutilaciones.

En una situación en la que manda el dinero y los más débiles son olvidados es necesaria una acción internacionalista, de conciencia solidaria de denuncia de las verdaderas causas del hambre, rompiendo cadenas donde los empobrecidos puedan protagonizar su vida personal y colectivamente.