El AUSCHWITZ SILENCIOSO

Cuando pase el tiempo, ¿cómo nos juzgarán las generaciones futuras? Al igual que a los alemanes que vivieron entorno a los campos de concentración, fieles cumplidores de sus obligaciones familiares y laborales, puntuales en sus tareas y responsables en día a día, pero mirando para otro lado, permitiendo una de las mayores atrocidades que recuerda el ser humano…

Al igual que a ellos, a nosotros también nos juzgarán por ser fieles padres de familia, atareados en nuestro día a día, preocupados por llegar a final de mes, por reclamar contra nuestros recortes, o por sacar nuestra empresa adelante, pero hipócritas, al permitir un nueva masacre, que no se sabe bien cuándo comenzó, pero que se sabe que todavía continua. Esa que se da desde que es más rentable crear armas financieras de destrucción masiva (Warren Buffett) que armas de guerra, más pesadas y escandalosas.

La historia nos juzgará por permitir leyes que están apuntalando el sistema financiero por encima de cualquier otro sistema, justificando con supuestas contabilidades manidas todos los atropellos reales que se puedan imaginar. Consintiendo millones de niños explotados por todo el mundo para poder incrementar cifras de beneficios que un día dejaron de … crecer ¿?; permitiendo millones de adultos sufriendo por no poder realizarse como trabajadores dignos en un mundo que sigue necesitando mano de obra (al menos 400 millones de puestos de trabajo de niños esclavos); tolerando familias y familias cuyas condiciones de vida descienden a los infiernos en vida por un sacrosantum déficit presupuestario, justo él y matemáticamente cierto; soportando sufrimientos que acaban con la vida de personas que mueren por el hambre o el sinsentido generado por el afán desmedido, nunca saciable, del egoísmo humano.

Cuando hubo personas que dieron la vida por negarse a afirmar las grandes mentiras de la historia, cada vez que las hay, se engrandece el ser humano y su espíritu se ensancha. Cuando cedemos a la mentira y nos dejamos llevar por ella, sea por el motivo que sea, el ser humano es cada vez menos persona.

Si la crisis no es crisis, sino robo desmedido, descarado y grotesco, si el sistema no hace sino fortalecerse, alimentarse de la sangre, del sufrimiento ajeno, ¿acaso es justo permanecer más tiempo sin querer cambiarlo?

Dijo alguien con dos dedos de frente: `No importa que millones de personas carezcan de lo más necesario para llevarse a la boca…que la falta de vivienda sea un problema angustioso… con tal que la tranquilidad (de unos pocos nadando en la mayor opulencia), confundida con el orden, siga reinando.

¿Puede llamarse incitación al desorden (orden) la formación de una mentalidad para sustituir esta tranquilidad por un régimen más justo, conforme a los deseos de Dios para los hombres?´(G. Rovirosa)