EL PARO Y LA EXPLOTACIÓN SE IMPONEN A LA MAYORÍA DE TRABAJADORES DEL MUNDO

Más del 60% de los trabajadores del mundo trabajan sin contrato laboral ni prestaciones sociales, una cifra que se prevé aumente hasta los dos tercios de la población activa mundial en los próximos años. Más de la mitad de los trabajadores del mundo perciben salarios de hambre.

Hay en el mundo más de 400 millones de niños esclavos.

En nuestro país el maquillaje oficial de las cifras trata de disimular la magnitud de este problema llegando a modificar la definición de “parado” para tal fin. Podemos afirmar que hay 4 millones de parados y otros 5 millones que están bajo el yugo del paro (temporales, a tiempo parcial) y que tenemos la segunda mayor tasa de temporalidad de Europa, sólo por detrás de Polonia.

La bajada del índice de paro juvenil es engañosa, pues muchos jóvenes han emigrado o retornaron al sistema educativo-formativo. La tasa de desempleo en jóvenes menores de 20 años es de más del 50% y entre 20 y 25 años ronda el 40%.

Más de 1,2 millones de hogares en España tienen a todos sus miembros en paro. Es creciente y superior a la media europea la siniestralidad laboral, enfermedades laborales no reconocidas y muertes por accidente de trabajo. En nuestro país, el paro y la explotación ha afectado de manera especialmente intensa a los trabajadores inmigrantes que han sido usados como mano de obra barata y se han convertido en una enorme bolsa de población vulnerable sin prácticamente derechos, ni laborales ni políticos.

España tiene la tasa más alta de temporalidad en el empleo de la Unión Europea. El escaso número de contratos indefinidos que se firman en nuestro país lo son subvencionados para los empresarios y con derechos recortados para los trabajadores.

Casi el 10% de los asalariados de España recibe una remuneración inferior al Salario Mínimo. Y el trabajo sufre una imposición fiscal superior a la del capital.

El 14,1% de la población española son trabajadores pobres. Entre los jóvenes esta estadística se eleva al 21%.

Frente a este desolador panorama, en la economía digital proliferan las nuevas y “modernas” formas de trabajo degradadas y precarias que dejan a los trabajadores cada vez más a la intemperie. Las políticas de nuestros gobernantes no han servido para aumentar el trabajo digno sino que han degradado las condiciones laborales. No es casualidad que los poderosos de Silicon Valley o el Foro de Davos estén planteando la conveniencia de la Renta Básica: estamos ante las nuevas leyes de pobres.

Entre el 70% y el 80% del empleo está en las PYMES mientras las transnacionales se llevan las prebendas y las subvenciones.

EL PARO ES UNA IMPOSICIÓN DEL CAPITAL SOBRE EL TRABAJO

El paro no es casualidad, está planificado y es el resultado de un cálculo político y económico. Es un negocio y un instrumento para disciplinar la sociedad y al mundo del trabajo mediante el miedo y la división que provoca entre los trabajadores.

El paro no es casualidad, está planificado y es el resultado de un cálculo político y económico. Es un negocio y un instrumento para disciplinar la sociedad y al mundo del trabajo mediante el miedo y la división que provoca entre los trabajadores. Los partidos del arco parlamentario actual han acatado las políticas del poder. Los diferentes gobiernos, también los socialistas traicionando a sus raíces, han seguido una política servidora de los intereses de los poderosos, legislando a favor de las constructoras, la banca y las multinacionales.

Las políticas de subsidios no hacen sino mitigar las consecuencias más peligrosas de esta situación. La privación de trabajo atenta a la dignidad y promoción de la persona y de la sociedad. Por ello, nunca podremos aceptar como políticas socialistas las que buscan perpetuar las situaciones de injusticia.

Un ejemplo de ello es la Renta Básica. Apostar por este camino implica rendirse en la lucha histórica por hacer un sistema económico justo; es insolidario e indigno porque lleva a una sociedad subsidiada y desprecia la dignidad del trabajo.

Los grandes sindicatos se han burocratizado. Su dependencia de las subvenciones estatales y el abandono de la formación de militantes les ha hecho traicionar los explotados y les ha convertido en cómplices de esta situación.

LA AUTOGESTIÓN, LA JUSTICIA Y LA SOLIDARIDAD DE LOS TRABAJADORES DEL MUNDO

  1. No aceptamos otro horizonte que el del pleno empleo y no aceptamos la política de subsidios. Hoy las posibilidades técnicas lo hacen posible. Ello exigirá tanto la socialización de los beneficios que producen los avances técnicos que deben corresponder al trabajo y no al capital, así como el reparto del trabajo. Transformar las formas de producción y de ganancia enemigas del hombre (armamento, especulación,…) en otras formas productivas para el bien común.
  2. Es imprescindible impulsar la asociación militante y solidaria de los trabajadores que hoy debe ser, más que nunca, internacionalista para ser respuesta a la nueva división internacional del trabajo. Eliminar las subvenciones a los sindicatos y que éstos se autofinancien.
  3. Salario justo. Establecimiento de un Salario Mínimo que, al contrario que el que aprueba nuestro gobierno, permita a una familia vivir de forma digna e independiente.
  4. Se debe establecer una legislación laboral internacional vinculante y una inspección laboral que garantice unas condiciones de trabajo dignas mediante la eliminación de las jornadas esclavizantes que recuerdan al siglo XIX, la economía sumergida, la explotación a través de las cadenas de subcontratación (incluyendo la subcontratación encubierta a autónomos), los contratos basura, la legislación opresora de los inmigrantes, el trabajo a destajo el pluriempleo y las horas extras… en definitiva, la esclavitud.