Aquí y allí

Concentración del SAIn de Valladolid ante el drama de los inmigrantes "Ni banderas ni fronteras"

Concentración del SAIn de Valladolid ante el drama de los inmigrantes «Ni banderas ni fronteras»

Señor director:
Cuando algunos venían en patera huyendo de la miseria y la guerra, decíamos que eran muchos, que se quedasen allí, que nosotros teníamos nuestros problemas aquí, que se quejasen a los gobiernos de allí. Decíamos que la sanidad, la educación, las prestaciones debían ser para los de aquí. Y al poco tiempo, los gobiernos de aquí, empezaron a recortar, se negó la sanidad a muchos de allí, y los de aquí nos fuimos quedando con una sanidad, educación y prestaciones, cada vez más menguadas.
Pocos caíamos en la cuenta de que; el café o el cacao que desayunábamos aquí, venía de allí, recolectado por manos de niños a cambio de sueldos que aquí, llamaríamos limosnas, o ni eso. Ignorábamos que los PC, tablets y móviles de aquí, están fabricados con minerales de allí, y con las mismas condiciones de esclavitud. Y si nos pusiésemos a tirar toda la ropa que llevamos puesta aquí, y que está fabricada por niños esclavos de allí, es muy posible que tuviésemos que volver a las hojas de parra.
Pues bien, parece que ahora nos hemos enterado que en Siria, allí, llevan cuatro años en guerra, lógicamente, con armas de aquí, pero con muertos de allí. Y, gran cantidad de desesperados de allí ha empezado a llegar aquí, y mira por dónde, les hemos recibido con cuchillas de aquí, pero de aquí al lado. Hace pocos días salía la noticia que las concertinas de las vallas fronterizas en Melilla, Hungría, Rumanía, etc. está fabricada por una empresa de Málaga, en la que a buen seguro nadie tiene nada personal contra los refugiados, pero el hecho es que éstos, se dejan literalmente la piel en concertinas con aroma a espetos y a vino de los Montes. Así es de retorcido nuestro mundo y nuestra economía.
Y es que, hace mucho que las multinacionales se enteraron de que en el mundo real, ya no hay ni aquí, ni allí. La economía depredadora ha desatado una Tercera Guerra Mundial que diría el Papa Francisco, literalmente «mundial».
Mientras deja un poso de tristeza, que los ciudadanos nos movamos aún en coordenadas de aquí y allí, y, sobre todo, que la izquierda oficial, que un día fue decididamente internacionalista, hoy, incluso en ocasiones, se amancebe con el nacionalismo más reaccionario.
José Manuel Cidre Mascato

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